Querido Ex-apéndice:

Después de los piropos que me dedicas y que te agradezco, no puedo evitar un comentario a tu último escrito.

Suscribo todo lo que dices sobre los motivos para perseverar tanto tiempo. Entiendo que es un asunto muy complejo y que tiene muchos matices diferentes dependiendo de las personalidades. Solamente quiero añadir un nuevo factor que puede ayudar a aclararse a alguno. Se trata del mismo efecto por el cual uno se mete en un negocio desastroso y en lugar de salir echando chispas, sigue invirtiendo más. La idea es que cuando has invertido mucho en ese negocio es difícil retirarse y aceptar la pérdida. Si solo has invertido diez mil euros es menos difícil, pero cuando han invertido una parte considerable de tu patrimonio, digamos un millón de euros, es durísimo tirarlo todo a la basura, uno se quiere agarrar a cualquier remota esperanza de que vendrán ganancias, pero nunca llegan y lo único sensato es retirarse y aceptar la pérdida. Es lo que se debe hacer, porque si inviertes más perderás más. Este efecto creo que ya ha sido estudiado por los psicólogos, aunque no recuerdo el nombre.

Esto explica lo que nos ha pasado a algunos. Cuando hemos invertido mucho en el lado oscuro, nos resulta muy difícil aceptar que ha sido una equivocación. Nos resistimos a ver la evidencia y nos agarramos a cualquier esperanza que sirva para dar sentido a la entrega. Hasta que llega un momento de ruptura, donde ya no es posible seguir invirtiendo más tiempo, entrega, dinero, ilusiones, afectos, carreras, deseos, posibilidades, ideas, entusiasmo. Ese momento puede llegar de diferentes formas. La mentira que presenció tu hermano fue su oportunidad. Cada uno hemos tenido la nuestra. Son situaciones límite que ya no se pueden ignorar más.

Es un interesante tema para pensarlo cuando se acerca el 19 de marzo.

Con todo cariño, desde el Areópago.

Dionisio