¿Escrivá fue Colón?.- E.B.E.
Fecha Monday, 10 February 2014
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Tarde o temprano el Opus Dei va a tener que pedir perdón públicamente, al menos por un motivo de notoria trascendencia: la fallida vocación laical (digo “fallida” para darle una calificación neutra, sin mayores análisis).

Como tan bien describe Gervasio, “a mi modo ver, lo que Escrivá ha facilitado es la posibilidad de llevar la vida de un fraile o de una monja en medio del mundo.” En esto se concreta el gato por liebre resultante, que el Opus Dei ha llevado cabo desde su fundación.

Por cierto, podría tratarse de un simple error del fundador (como Colón, digamos), de haber apuntado al Puerto A y haber arribado al Puerto B. Pero para eso tiene que haber buena fe. Y en el caso del Opus Dei, pues la buena fe está comprometida.

De existir buena fe, pues ese error de ir hacia el Puerto A y arribar en el Puerto B sería totalmente Providencial, es decir, un error del cual congratularse, porque el Puerto B sería, al final, mejor que el Puerto A (siempre mirándolo desde una visión religiosa y providencial). Como Colón, Escrivá habría descubierto América, en lugar de las Indias a las cuales se dirigía.

Escrivá, finalmente, no descubrió América (aunque tal vez, con motivo de esa América nunca descubierta, haya inventado una suerte de Mita, donde los laicos fueran a trabajar, sometidos en sus conciencias, para beneficio del Opus Dei).

Del Pecado Original se dice “felix culpa”. Lo que no estoy seguro es que lo mismo se pueda decir del Opus Dei.

El artículo de Gervasio tiene tantos aciertos y pasajes destacables que tendría que citarlo demasiado: “La regla de Escrivá se gloría de mejorar la regla de los frailes. ¡Toma mentalidad laical! Esa preocupación porque en el Opus Dei no haya peculio demuestra que lejos de estar dotado de mentalidad laical, su mentalidad —su modo de encarar la santidad— es prorsus monacal, por no decir frailuna.

Me da la impresión de que Escrivá rechazó el Instituto Secular porque se vio delatado: sintió que otros –como él- “facilitaban la posibilidad de llevar una vida de fraile o monja en medio del mundo” pero –a diferencia de Escrivá- sin ocultarlo sino, al contrario, celebrándolo.

Eso arruinaba todos los planes de Escrivá, porque su intento de facilitar la vida monacal en medio del mundo tenía un elemento central y único: “sin que el interesado fuera consciente de ello”. Aquí es donde la buena fe se echa a perder.

Porque, además, se le asegura al candidato que de ninguna manera jamás será fraile, y no sólo eso, sino que se le obliga a comprometerse en conciencia que jamás se inclinará por la vida religioso conventual sino que la rechazará de manera absoluta. En fin, el Opus Dei pareciera ser algo descabellado o algo siniestro.

Para que el robo del siglo sea exitoso se requiere, al menos, de dos cosas: un buen plan y que nadie se entere de ese plan. Pues bien, pareciera que la difusión de los Institutos Seculares le hubiera aguado el plan a Escrivá y, por eso, en 1958 Escrivá cambio de planes, una vez más, como diciendo “yo no tengo nada que ver con esto”, a pesar de que en 1948 se había enorgullecido de ello, como bien dice Gervasio en su artículo.

E.B.E.









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