Explicación no
pedida… acusación manifiesta. Así dice un viejo dicho y que se aplica
totalmente a las explicaciones que han comenzado a dar tanto el prelado como
los medios oficiales de la prelatura, acerca de la beatificación de Alvaro del
Portillo y del lugar y la hora donde se va a llevar a cabo. Se vuelve a repetir
la historia pero ahora con otro Papa y en circunstancias bastante distintas. La
distancia de 22 años pesa y mucho en el ánimo de la gente.
Felicito a Ignaki
por su último artículo: Los peregrinos a Tierra Santa no buscan
los lujos del Opus me parece muy acertado y claro, da en la “diana”. Sólo
quisiera añadir algunos comentarios más.
Para empezar, de
pronto me sentí transportado a hace 22 años cuando se anunció la beatificación
de Josemaría y empezó el revuelo universal, en el sentido más amplio de la
palabra, pues comenzaron a aparecer en la prensa, en la radio, en la tv,
cantidad de información y entrevistas de todo tipo y colores y en más de una de
ellas se ponía en entredicho la fiabilidad del proceso. Había quien decía que
era necesario frenarla y puso en jaque a todo mundo, desde la cúpula de la obra
hasta el último que estaba consiguiendo no sé cuántos duros que le faltaban
para poder costearse su “pase” a Roma y en primera fila. Recuerdo que fue una
movilización “universal” y un saqueo a las arcas de los centros y de tantos
supernumerarios y cooperadores y “amigos” como nunca, para poder estar ahí
presentes dando testimonio de la vida santa del fundador.
Me acuerdo que días
antes pasamos un buen grupo de numerarios con chicos de San Rafael por Madrid
provenientes de muy lejos y llegamos a dormir a un “apeadero” de agregados en
un barrio cerca de Tajamar. Ahí, en la típica tertulia montada en el momento,
nuestros anfitriones nos contaron que había sido esa semana, antes de la
beatificación, muy intensa ya que un grupo de inconformes le habían pedido al
Papa Juan Pablo II que parara esa beatificación y que él le había dicho a don Alvaro
que no se preocupara, que lo importante era llenar la Plaza de San Pedro y que
eso era más que suficiente para testimoniar la devoción al futuro beato. Fue
una semana por tanto de invitar hasta el apuntador que iba pasando por la
calle, montarlo en un autocar y ya está, directo a Roma. Algo por el estilo
pero ya con “experiencia y colmillo” sucedió con la canonización, allí sí que
había que batir records pues acababa de pasar la del Padre Pío que había sido
multitudinaria y ésta no se podía quedar atrás. En esta ocasión invitamos hasta
las sombras que pasaban por la calle pues había que dar un testimonio mayor al
mundo entero. Era muy importante poner en alto al que sería llamado el “santo
de lo ordinario”, y había que hacerlo con una manifestación “extraordinaria”, aprovechando
ese “gran poder de convocatoria” que tenía el santo de Barbastro, no de
“Balaguer”.
Todos recordamos
ese momento triunfal en el que el Papa lo proclamaba nuevo santo; su nombre
inscrito en el número de los santos. Y recordamos ese otro momento único e irrepetible,
nunca visto en la Plaza de San Pedro: el desfile de mil paraguas blancos
acompañando el momento de la comunión. A este propósito me comentaron que
tiempo después, del Vaticano pidieron a la prelatura estos paraguas en préstamo
para una ceremonia y al parecer no sé por qué razones pero no fueron prestados…
Quizá ahora sí vuelvan a salir en la tan esperada beatificación.
Me comentaba un
amigo que estudia en una de las universidades de Roma, que tuvieron una
conferencia con un profesor de Derecho Canónico y que éste les comentaba el
desorden tan grande que hay en la Congregación de la Causa de los Santos, pues
en muchas ocasiones las biografías que envían de los futuros beatificados o
canonizados no tienen nada que ver con la realidad y las que proceden son las
causas de las instituciones ricas pues es necesario pagar a los peritos y no
todo mundo lo puede hacer. Estudiaron algunas biografías, entre ellas la de don
Alvaro, y el profesor les invitaba a que sacaran sus conclusiones. En este caso
el problema está muy claro pues la obra es juez y parte ya que hay un buen
grupo de gente de la prelatura que trabaja en esta congregación. Al parecer ya
el Papa Benedicto había comenzado a meter orden en este dicasterio.
Pero volviendo a
nuestro tema. Creo que el prelado ha dado una serie de explicaciones
innecesarias que en el fondo esconden algo, da la impresión que la cosa no fue
nada fácil.
Por otro lado, en
lugar de promover una participación masiva habría que invitar a la obra a que
siga el ejemplo del Papa Francisco en dos ocasiones, una cuando fue nombrado
Cardenal y la otra Papa. Francisco pidió a las personas que pensaban viajar a
Roma a dar ese dinero a gente necesitada que hay muchas, que no era necesario
gastar. A una persona no la hace más beata por la mayor o menor afluencia de
fieles en su ceremonia de beatificación. Qué bueno sería que el prelado sacara
un “decreto” en el que pidiera a toda la gente que piensa viajar a Madrid y a
Roma, que entregue ese dinero, no a la obra, por supuesto, sino a algunas instituciones
de la Iglesia que trabajan por el bien de los más necesitados y que siempre
andan en busca de dinero. Ni tampoco a los planes de Harambee Africa
International pues son ellos mismos y capaz que…
Por cierto, me
imagino que en estos días la cúpula de la obra ha de
estar muy al pendiente del capítulo general de los legionarios y de todas las
reformas y modificaciones que van a hacer a sus constituciones y a su
espiritualidad. Va a ser muy interesante conocer los resultados pues si ambos
son una copia y lo que cambia es solamente la nomenclatura, lo que ellos
concluyan y los cambios que introduzcan seguramente les pondrán a temblar y más
pensando en la maldición que pesa sobre el que ose cambiar algo del “espíritu”.
No podemos olvidar que esta maldición es una de las intervenciones más
gloriosas del futuro beato.
Desde La otra orilla.