Impresiones sobre la beatificación de A. del Portillo.- E.B.E.
Fecha Monday, 27 January 2014
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Con la noticia de la próxima beatificación del primer prelado del Opus Dei y mano derecha de Escrivá, el Opus Dei da muestras, una vez más, de eficacia institucional y conocimiento profundo de los mecanismos de los procesos de canonización, posiblemente por encima de cualquier otra organización actual de la Iglesia.

Sin embargo, esa misma eficacia para lograr “objetivos exteriores” bien definidos, tal cual francotirador, no parece estar presente en lo que hace al manejo interno de la organización: los graves problemas de deserciones y el anómalo funcionamiento de su doble régimen interno (como Prelatura y como Instituto Secular) son dos ejemplos muy claros.

El otro asunto, que parece advertirse, es la novedosa reacción que causa la beatificación de A. del Portillo entre los ex miembros. Si en 1992, la beatificación de Escrivá fue todo éxito, sin aparentemente demasiados contratiempos, su canonización en 2002 despertó ya una indignación mayor, a tal punto, que dio origen a un sitio web como Opuslibros, cuya intensidad tan profunda ha permitido sostener con vida dicha web, por más de 10 años, hasta hoy. Sin embargo, en 2014 la beatificación de A. del Portillo no pareciera despertar tanto indignación sino más bien indiferencia: como quien dijera “no vale la pena indignarse por segunda vez”, o al menos mostrar esa indignación.

Casi diría que, mientras la indignación acoge un sentimiento de esperanza, la indiferencia, en cambio, da por perdida toda solución, al menos a corto plazo.

Ese sentimiento de indiferencia me parece más preocupante –mirando desde el punto de vista de la Iglesia- que el sentimiento de indignación. Quien se indigna reacciona de esa manera porque se toma muy en serio toda beatificación; quien la ve con indiferencia, ya no le otorga la misma reverencia que antes.

Beatificaciones polémicas como las de Escrivá y Del Portillo inciden en el desprestigio de los procesos de canonización vistos desde el Pueblo de Dios y creo que eso le debería preocupar, un poco al menos, a la Jerarquía de la Iglesia.

***

Lejos de ser un signo de reconciliación, la beatificación de A. del Portillo confirma el encierro en sí mismo del Opus Dei en sus propias metas corporativas, sin prestar menor interés en su entorno. Confirma la preocupación primordial por el éxito institucional y, por lo tanto, difícilmente haya lugar o cabida a cualquier elemento que huela a fracaso, ya sea el reconocimiento del funcionamiento anómalo institucional, como el costo histórico en vidas humanas que ha supuesto la construcción del Opus Dei.

Si bien la beatificación de A. del Portillo no pareciera tener la misma fuerza que los procesos de Escrivá, incluso por no ocupar un lugar privilegiado como la Plaza de San Pedro, lo cierto es que el interés por lograr dicha meta no parece ser menor en su intensidad, como quien diera por cumplida la última voluntad de Escrivá.

E.B.E.









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