Mis aventuras en el Opus Dei (VII).- Pepgrass
Fecha Wednesday, 08 January 2014
Tema 010. Testimonios


ANDANZAS Y DESVENTURAS DE UN “NUME” POR TIERRAS CASTELLANAS Y SUS ALEDAÑOS (7)

Cuando apruebas la última asignatura y acabas la Carrera te crees el rey del mambo y con ganas de comerte el mundo, pero dentro del “mundillo virtual” en el que estás ves las cosas todavía mejor, todo es maravilloso, estupendo, y el orbe caerá rendido a tus pies en un instante. (Luego compruebas que vives en otro planeta).

Al principio trabajé fuera de la órbita de Neo, Trinity y Morfeo, un añito en el mundo real, pero por el club de bachilleres y porque me apetecía trabajar en las historias relacionadas con los imberbes, me animé a probar en la educación y pasé al mundo virtual total: 24 horas de niñera especializada en niños pijos con pedigrí…



Te metes en esos mundillos de El Pinsapar, Rocacorva, Valdelugueros, La Molina, Parquelagos, etc. (Como del primero ya se comentó algo por aquí, quizá se pueda decir algo de los otros, si no canso demasiado al personal y si me queda fuelle). Y te pasas el día jugando literalmente con los nenes o pensando cómo jugar. Demasiado tiempo dedicado a los infantes y adolescentes y muy poco a los verdaderos amigos o a tus cosas personales, por lo que terminas bastante “añiñao”. Alguno, pobre, tan metido estaba en ese mundo virtual, que incluso se olvidaba de la realidad, dejaba de estudiar o se inventaba aprobados. Es cierto que en algunos momentos tenías tanta presión por los encargos de todo tipo que muchos, qué os voy a contar, explotaban. El caso es que conocí más de dos y más de tres que iban uno o dos cursos más atrasados de lo que teóricamente deberían ir, pero sin que lo supiera nadie, ni jefes ni progenitores, y es lógico, los hiperinteligentes, hiperresponsables e hiperordenados conseguían cumplir todos los objetivos, incluso alguno podía estudiar dos carreras a la vez… Los menos afortunados nos dábamos con un canto en los dientes para poder pasar bien el curso y, si suspendías, después de currar todo el año, no tenías el premio de la convivencia o lo que fuese, ja, ja, ja, eran “mentirijillas piadosas” provocadas por la situación, se podría decir que accidentales que como siempre dependían de la monja de turno.

Es cierto que una cosa lleva a la otra y al final, se vivía en el mundo irreal del ¡vamos a hacer millones de cosas que todo es posible! y si te sobra tiempo, pues a dar algún medio de formación, aprovechadores-del-tiempo-compulsivos.

Lo que peor he llevado siempre es lo del sueño por las mañanas. Para los que tenemos la tensión arterial muy baja, y más a esas horas que está por los suelos, era como hacer una pista Americana a las 6:00 de la mañana. Si encima te acostabas un poco más tarde, ya ni te cuento. Varios días así y eras un zombi viviente, ponte ahora a estudiar a las 4:00 de la tarde o a rezar, el dios Morfeo te atrapaba entre sus brazos y venía lo inevitable.

En los campamentos pasaba algo parecido con los enanos, la formación Cristiana recibida tanto en el club como en las convivencias era impecable, pero claro tener misa todos los días, en especial para los enanos era un poco llamativo, sobre todo si era antes de desayunar, los pobrecillos se nos morían de hambre y de sueño. Conseguimos cambiar esos horarios insufribles para los pobres críos que estaban pensando más en la tostada con mermelada y mantequilla que en si el cura les contaba una nueva aventurilla o había que sentarse o levantarse del banco, sobre todo con la “tostá” que teníamos todos encima.

Por otro lado estaban las convivencias estelares, las de la nieve, las de Semana Santa y las de verano en el extranjero. Esquí, supercampeonatos deportivos, cursos de inglés y Roma, eran las más preciadas.

Había un dicho de la jerga opusina que me cabreaba un montón, la del famoso “hinchable”, nunca lo entendí, era una de las cosas que me sacaban de quicio. ¿Llevas ya a tu hinchable?, ¿Es ese tu amigo el hinchable? Pero gilitronco, tú te crees que yo hago esto por ver Roma o qué… Pues alguno había que iba todos los años con un amigo, que de todo hay en la viña del Señor. Y otra cosa que me alucinaba también mucho es que viviésemos siempre a tomal polculín de Roma, tardábamos más de una hora larga en llegar desde el sitio que fuera al alojamiento, a veces también por la ineptitud de algún que otro chofercillo.

Primer capítulo

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