Hace tiempo tuve una conversación con la madre superiora de un monasterio de religiosas contemplativas. Yo me había dado cuenta de que en esos momentos estaban pasando por dificultades económicas y ofrecí mi ayuda para pagar parte de unos gastos médicos o alguna otra necesidad que tuvieran en ese momento e implicara un gasto mayor.

No aceptó mi ayuda. Me agradeció y me explicó que estaban logrando pagar con las ventas de algunos artículos elaborados por ellas.

En otra ocasión, yo estaba atravesando por una situación de falta de liquidez complicada. Cuando lo supo, me ofreció ayuda, sin tener ninguna deuda u obligación conmigo.

No sé si eso se llame apostolado (de “no pedir” y “sí dar”), pero sin duda es una muestra de auténtico amor cristiano. Cualquier diferencia con la realidad que conocemos… ¿es pura coincidencia?

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