Con Giovanna, a propósito de Ratzinger.- Ramón
Fecha Monday, 09 December 2013
Tema 900. Sin clasificar


Hola,

Quisiera sumarme a las opiniones de Giovanna (06-12-13) sobre la polémica Ratzinger - Guarderías de adultos. Ni que decir tiene que Ratzinger es un tipo de gran altura intelectual, y en sus tiempos un gran teólogo. El problema, como remarca Giovanna (por cierto, de mayor quiero escribir como tú) es que los intelectuales son además emocionales, memoriales, cómodos, divertidos, envidiosos, ingeniosos... vamos, son personas con sus apegos y despegos.

Si bien Ratzinger elaboró un pensamiento teológico en los 50 que abrió las puertas del concilio y una nueva eclesiología, junto con otros (que me acuerde, Küng, Rahner, Moltman, Congar etc.), como persona no tenía previsto lo que traería la libertad. Como sucede en muchos casos intelectuales y teóricos, se ve que era una persona muy buena para lo teórico, pero no le gustaba nada llevar las cosas a la práctica. Supo dar respuesta teórica a los interrogantes de la post guerra y la modernidad, pero no un modelo aplicable satisfactoriamente.

Muchos católicos no pudieron digerir las consecuencias de la libertad en la Iglesia. Las formas externas por lo visto eran mucho más importantes que lo que hubiera en el corazón y la vida: los curas con sotana, la misa en latín, las guitarras, las iglesias desnudas, la exclaustración de muchos curas, fueron para muchos, educados en la seguridad, el orden y la tradición el acabó-se. En mi familia fue como la caída de Roma de nuevo.

Ratzinger, igual que Goethe antes que él, pasó a preferir el "orden" antes que el "desorden" y rápidamente cambió al campo conservador. Evidentemente, un tipo de su altura no va a condenar o negar lo que previamente ha afirmado con toda brillantez, pero sí dedicarse a erradicar sus consecuencias. Así, Ratzinger, en una carrera eclesiástica fulgurante, se embarcó en la erradicación de cualquier discrepancia tanto teológica como pastoral en la iglesia. Y así vamos desde los últimos años de Pablo VI, pasando por el papado restaurador de JPII y el suyo propio como Benedicto XVI.

Estos años, tan prósperos para el Opus Dei, Camino Neo catecumenal, Comunión y Liberación, etc.... no lo han sido nada para la Iglesia. El número de bautizos ha caído en picado, igual que el de bodas, funerales, comuniones y confirmaciones. Por no hablar la asistencia a misa y el apoyo a los propios movimientos católicos, de los que se sólo se salvan Caritas y Manos Unidas. Por no hablar de los escándalos de pederastia y finanzas. La secularización avanza imparable, y no precisamente por la "ofensiva laicista" (que la hay, pero no la que denuncia Rouco y otras autoridades eclesiásticas) sino por el divorcio definitivo entre la iglesia y la sociedad moderna. Esos movimientos, como destaca Giovanna, son el modelo de lo que la iglesia primitiva no era: dogmáticos, cerrados, endogámicos, verticales, conservadores. La iglesia, que un día supo dialogar con el pensamiento helénico, romano, y trasladarse a lugares hostiles, como los pueblos germánicos en la oscuridad medieval, no es capaz hoy día de ser significativa en la selva digital.

Es evidente que cuando Ratzinger se refiere a las minorías creativas, al fermento, lo hace con toda la idea, y con toda la razón... pero su trayectoria le obliga a recurrir a esos movimientos, que encallan pasado su momento, aunque son a quienes menciona. Si, sabe a lo que se refiere, lo sabemos todos, pero no puede lanzar un proyecto de re evangelización porque se encuentra atrapado entre el fuego cruzado de su ortodoxia y la necesidad de creatividad. Nadie niega la bondad de esas personas, su sinceridad, su entrega de años. Pero el modelo que siguen no llevará a la Iglesia muy allá.

Nadie en la iglesia tiene la llave del futuro, porque éste depende del Espíritu, que sopla cuando quiere. Pero desde luego, lo que tiene pinta de no llevarnos lejos es el encierro en capillitas. No en vano, este Papa, nada heterodoxo, por cierto, nos urge a "ir a las periferias", a dialogar con la pobreza para erradicarla. El gran éxito de la Iglesia hoy día es Caritas, no las universidades de pago. Es la lucha contra la pobreza, no la educación de las élites que pueden pagarlo. Es la denuncia de las injusticias a nuestro alrededor, no el "saber estar". Pues eso.

Que Dios os guarde

Ramón









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