Me considero injustamente tratado. A Paco Feliú.- Jose
Fecha Monday, 05 July 2004
Tema 060. Libertad, coacción, control


Apreciado Paco Feliu:

He leído tu escrito con atención y, en lo que a mi respecta, me considero injustamente tratado con tus líneas. Vayamos por partes. Dices que, permíteme que singularice, estoy ofendiendo a Dios. Para empezar, me gustaría que leyeras todos y cada uno de mis escritos y me señales dónde y en qué ofendí a Dios. He contado, con hechos, mi vivencia de mis años en la Obra y he puesto sobre el tapete la perplejidad que me producen las múltiples contradicciones de una institución de la Iglesia Católica cuya praxis choca frontalmente en no pocas ocasiones con su idílica teoría, que, para nuestra desgracia (la tuya de hoy y la mía de ayer, pues no olvides que yo, como tantísimos otros, también contribuímos a hacer el Opus Dei y sin nosotros, mal que le pese a la institución, su historia real -no la oficial, que se reescribe constantemente- no se podría explicar.

Es curioso que ya me des por condenado a las penas del infierno. O eres un inconsciente o eres malo en el peor sentido de la palabra. Ni a mi peor enemigo sería yo capaz de vaticinarle el infierno cuando muera. ¿Quién eres tú, Paco Feliu, para condenar a nadie?

Por otra parte, ese mismo argumento de la condenación e infelicidad fue el que empleó hace ya muchos años aquel director de delegación que vino a hablar conmigo en unos meses terribles en los que me planteaba salirme. Si hago caso a aquel director de delegación, yo ya estoy condenado a la infelicidad terrenal, primero, y a la eterna, después. Y pienso yo, Paco Feliu, que, condenado por condenado, prefiero estarlo contando la verdad de lo que viví en esa burbuja ajena al mundo real cuyas enrevesadas leyes internas están por encima de los derechos fundamentales de las personas.

También me choca que me conmines a dejar de participar en esta página, cuando los de tu Obra de Dios me dejaron en la puta calle (perdón por el taco), sin llamarme jamás, sin preocuparse por mi vida, sin querer saber ya nada mas de mi, desde el mismo día en que me fui. Ni una palabra de aliento, ni un saludo. Nada. Cero. Se acabó. Y ahora, oh sorpresa, aparecéis tú y algunos más (como tu coleguilla Nicole), para interesaros por mi y por todos los que tras la marcha nos empezamos a preguntarnos a qué clase de institución cristiana habíamos pertenecido y si realmente habíamos vivido lo que habíamos vivido. Como siempre, vuestro interés por mi (por nosotros) es interesado, como buenos hijos de la Obra que sois: escribís porque os pica, porque sabéis que todos los testimonios, cada uno con sus pinceladas personales -somos personas, no máquinas como alguna institución se cree- responden a la verdad y no os interesa que se sepan los métodos que se gasta esa dictadura de la conciencia que se llama Opus Dei .

Te reto, Paco Feliu, a que enumeres uno por uno todos los datos que se han dado en esta página que sean falsos.

Espero Paco, por último, que, como decía algún participante estos últimos días, por encima de ser o haber sido antes de la Obra, todos nos reconozcamos todos como personas, hijos de Dios, con defectos y virtudes, y que estamos por encima de las instituciones. Afortunadamente para mi no eres Dios, del que espero más misericordia de la que tú me has ofrecido en tu carta al garantizarme el infierno. Si algún día abandonas la Obra, cuenta con todo mi apoyo, porque los primeros pasos no son fáciles y si esperas mucha ayuda de dentro vas dado. Un fuerte abrazo.

Jose







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