Querida Mulan:
Doy por supuesto que eres mujer, de ser hombre vale lo
mismo. Dicen que el mejor consejo es el que no se da, perdóname por darte el mío.
Yo ya hace muchos años que salí, he pasado tres fases. La
primera y más larga fue de un inmenso dolor y dependencia, no había sabido ser
fiel a mi vocación. La segunda fue hace
unos tres años, al conocer Opus libros, mi dolor se convirtió en rabia y mi
dependencia desapareció, comprendí que había estado engañada, no dejé de ser
fiel a mi vocación, sencillamente nunca existió esa vocación, descubrí que me
habían engañado. La tercera es de paz,
estoy absolutamente desvinculada, no siento rabia, no tengo dolor, claro
que han pasado más de treinta años.
Tan solo deseo que la Iglesia no tenga entre ella a sus
hijos con semejante dolor, ni dependencia, ni rabia, ni engaños, ni miserias. Que
sepa intervenir para evitar tantas vidas rotas. Casi me atrevería a decir que ahora hay más vidas rotas
dentro que fuera.
Tú acabas de salir, no sé los años que tienes, pero pienso
que no demasiados si tal como dices estas de cara a “empezar una relación”. Ahora el consejo. Llega el amor, llega. Como llega el agua
de la fuente al jarro, la dificultad es saber como está el jarro, porque si
está roto no tendrá capacidad para contener el agua.
Tu deseo es lógico y legítimo, me atrevería a decir que es
el deseo de todos al salir, centrarse en
la sociedad cuanto antes, con todo lo que esta establece como normal. Llega el
amor, pero no necesariamente tiene que ser a través de una relación de pareja,
primero somos nosotros, hay un periodo de reconstrucción imprescindible, porque
ciertamente la obra causa daños.
Recuerdo cuando salí solo quería casarme, tener hijos, tener
trabajo, tener amigos. Había una supernumeraria que había sido numeraria,
casada con un ex numerario que en esos momentos era supernumerario, con cuatro
niños rubios y preciosos. Esa era mi aspiración. Me habría casado con el
primero que me lo hubiese pedido, afortunadamente el que me lo pidió me
resultaba tan repulsivo que no pude con él, no porque el pobre lo fuera, creo
que porque mi corazón estaba tan seco y roto y mi mente tan confusa… que era
incapaz de darle nada a nadie.
Empecé por preparar oposiciones, (forma de mantenerme),
cuando las saqué comencé a tener amigos, (forma de empezar a querer y no
asustarme de que me quisieran) y cuando menos lo busqué ni esperé conocí a mi
marido. En estos momentos aún estaba en la primera fase, por lo que no me
resultó demasiado fácil. Después llegó el resto. Yo tengo una teoría personal:
el día en que te sorprendas riéndote de ti misma ya estás en buenas
condiciones, mientras nos veamos como victimas solo podemos ofrecer una vida
lastimera. Sin prisas, sin precipitar acontecimientos y sobre todo te diré que
no necesariamente necesitas una pareja para ser feliz, tengo una amiga que se
casó con su novio pocas semanas antes de fallecer este, no porque lo quisiera
hasta ese extremo sino porque decía que la sociedad veía con mejores ojos a una
viuda que a una soltera. Como en realidad los ojos eran los de ella, no le ha
ido después demasiado bien.
Vive al día, pasa con
tranquilidad y sin saltártelo tu propio periodo de duelo, de curarte y deja a
los acontecimientos llegar, no los busques, vuelve a saborear a tu familia, la
autentica, la de sangre, disfruta con los amigos, valora la vida que ahora
tienes, lee testimonios de esta página, a mi me ayudó muchísimo. Y si necesitas
algo de mi Agustina tiene mi correo y mi teléfono.
A todos, los que salieron como señores y a los que no, pero
que afortunadamente estamos fuera. Y a los que están dentro… no “pelearse”, no “pelearse”,
las comidas y las tertulias en paz, ojo con los ordenadores…veis demasiadas
series… que seáis buenos
Jana.