Opus, España, Educación y Confusión.- pepito
Fecha Friday, 01 November 2013
Tema 010. Testimonios


Me temo que quienes desde dentro de la cosa lean la web, sentirán cierto regocijo ante la contribución que Ana Azanza publicó el miércoles; pues, por suerte, no abundan en ella las que se le puedan comparar en vacuidad de fondo y de forma. Todo lo mezcla y confunde, casi hasta presentar al bueno de Calvo Serer como a un estraperlista dedicado a especular con los artículos de primera necesidad (una de las pocas cosas que en su día no le imputaron los acusadores del Movimiento Nacional).

Naturalmente, nadie puede a negar las carencias escolares de la vieja España; pero no cabe generalizar por las buenas, o por las bravas, como hace esa señora: mi abuela, nacida en una familia campesina en el último cuarto del s. XIX, sólo con la enseñanza que recibió de su maestra de primaria leyó, escribió y habló toda su vida en correctísimo castellano, y pese a que su lengua materna y paterna era la gallega.

En cuanto a la comparación de los desvelos de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y de la Iglesia por la enseñanza primaria, Azanza los despacha con otra faena de aliño: nada del P. Manjón y poco más que nada de Poveda y sus teresianas, mientras que casi parece que Cossío se pateó los pueblos de la Sierra para algo más que para hacer excursiones. Cierto que organizó las Misiones Pedagógicas, pero no sé que a los campesinos de entonces les aprovechara de mucho ver una representación de teatro o una película de 16 mm.

Ana Azanza se pregunta qué tenía que ver ese panorama con el Opus Dei, y con razón; y se responde, ya sin razón, que “mucho”; pues no añade nada digno de tal nombre: parece que le basta con dejar mutuamente “encabronados” al P. Ayala y a Escrivá y sin decir casi nada de otros reverendos arriba citados, precisamente “representantes de la Iglesia oficial” y de los “superiores religiosos” que ella echa de menos en la tarea. De ellos añade que “bien se vio dónde estaban tras la victoria del general ‘africano’ en 1939”. También ahí yerra, pero esta vez con especial mal gusto: allí no estaba, entre muchos otros, mi tío, sacerdote salesiano, ya beatificado, maestro en las escuelas que su orden tenía en Cuatro Caminos (Madrid) para los hijos de los obreros; pues en julio de 1936 le habían pegado un par de tiros antes de echarlo a una cuneta. Entretanto, como se sabe, un gran preboste de la ILE, el pedante y profesoral (Azaña dixit) Fernando de los Ríos, apoltronado en nuestra embajada en Washington, au dessus de la melée, se permitía la desfachatez de salir al paso de las denuncias del Cardenal Arzobispo de Baltimore sobre la persecución religiosa en la España de aquellos días.

En fin, hay que informarse antes de “disparar el fonema”, que decía un viejo amigo mío. Y hay discursos, digo yo, que pueden tolerarse en una asamblea de estudiantes de Pedagogía, pero que no son de recibo en una web como ésta.

Pepito









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