Mi experiencia como supernumeraria.- luciana
Fecha Friday, 18 October 2013
Tema 078. Supernumerarios_as


Mi experiencia como supernumeraria –en respuesta a Fraterna y a quien pueda interesar.

Querida Fraterna:

He leído tu comentario (9.oct) y tus dudas respecto a lo que percibes como supernumeraria (sn), y no eres la única. Me lo han planteado a mí tantas veces! Además me has traído muchísimos recuerdos, alguno de los cuales compartiré contigo a continuación, con la intención de aclararte un poco más de qué van las cosas en el mundo de las supernumerarias. Espero te sirva, a ti y a quienes se encuentren en la misma situación.

Yo he sido supernumeraria desde muy joven, incorporándome a los 18 años; y lo he dejado en el 2009. La primera intención fue que pitara de numeraria, pero mi espíritu crítico lo impidió (a Dios gracias). Esto fue en los años 90 en la capital de un país sudamericano, por lo cual todo lo que te cuento se circunscribe a ese tiempo y lugar. Va por delante que me crie en una familia “Opus Dei”, donde las estampas del entonces “Siervo de Dios” abundaban en cualquier rincón de la casa –hoy día tanto como ayer. Te habrán aconsejado tener una estampa bien dispuesta en los “lugares nobles” de la casa, verdad?...



En primer lugar, déjame decirte que por lo que cuentas deduzco que las cosas no deben ir muy bien para la Obra en materia de “reclutamiento” de supernumerarias, ya que en mi época (y no hace tanto la verdad) a una mujer como tú jamás se le hubiera planteado tal vocación. Déjame que te explique. Cuando yo era de la Obra, para ser sn había que “cumplir” ciertos requisitos (desconozco si están escritos, pero eso era lo que se hacía en la práctica), no siendo suficiente la buena voluntad, como creo que has tenido tú al momento de pitar. Entre ellos debías llevar una vida cristiana intachable (recibir los sacramentos frecuentemente y no usar métodos anticonceptivos eran los principales); debías tener un título universitario o estar en vías de conseguirlo (alguna excepción he conocido); dedicar gran parte de tu tiempo a las labores de apostolado (por lo que era aconsejable no tener un trabajo a tiempo completo) y, por supuesto, estar dispuesta a involucrar a tu marido e hijos en las labores organizadas por la Obra (clubes juveniles, campamentos, retiros). Tu marido debía –cuanto menos- no oponerse a tu vocación y facilitarte el dinero para la aportación o no cuestionar lo que aportabas en caso que lo ganaras tú, ya que se insistía en eso de “que tu mano izquierda no vea lo que hace la derecha” –lo cual interpretábamos como: si mi marido no “entiende” entonces mejor que no sepa el monto que entrego cada mes. Además de ello, antes de pitar a una la trataban muy bien; debía ganarse el “honor” –porque ser sn era considerado un privilegio- y haber participado con mucho esmero de diferentes actividades organizadas por la Obra. Por ello me resulta muy extraño que te hayan permitido pitar sin que conozcas siquiera quién era el Padre, lo que evidencia que muchas horas en el centro no has pasado. Tal vez hayan visto algo especial en ti (o en tus hijos, que es lo que intuyo) que les llevó a elegirte, y justamente porque fueron ellos los que te eligieron (y no al revés) es que creo que ahora te planteas todo lo que manifiestas.

Abro un paréntesis: en el caso de los numerarios/as creo que la cosa es al revés. Ellos sí se metieron en la boca del lobo sin saber a lo que iban, pero los sn en general sabíamos muy bien en la que nos metíamos cuando escribíamos la carta (por lo menos en lo esencial). Y ahora con el correr del tiempo, y conociendo un poco más la Obra, puedo afirmar que realmente los sn “no nos enterábamos de nada”. Y me atrevo a hablar por la mayoría de mis conocidas. Yo empecé a conocer un poco de todo lo que se escondía detrás de esa “cortina de hierro” (centros de numerarios) a raíz de la traumática salida de un familiar. Y aún está vivo el recuerdo -se me acelera el corazón al recordarlo- cuando sentados una noche en la sala de mi casa escuchaba a mi hermano a los pocos días de salir, detallándome todo lo que había vivenciado en sus 18 años en la Obra. Él hacía catarsis mientras yo sentía que estaba escuchando un relato surrealista; que nada de lo que me decía podía ser verdad; que todo lo que oía simplemente NO podía ocurrir de las puertas para adentro de esos centros en los que todo parecía ser tan perfecto; en donde todos parecían tan felices; en donde verdaderamente se respiraba ese “bonus odor Christi” no bien entrar.

En fin, para no salir de tema, intentaré centrarme en lo que planteas. Un tema recurrente es el económico. Ya Dionisio el lunes pasado te habló al respecto y suscribo sus palabras, en especial en lo referente a que el Opus Dei jamás da dinero a los supernumerarios. Al contrario, son ellos quienes realizan grandes aportes y no conozco ningún caso en los que un miembro en apuros se haya servido de dinero de la Obra para mantenerse a flote. Es más, en un momento en que mi padre estuvo en apuros económicos, han sido mis abuelos y no alguien de la Obra quienes han pagado la cuota de mi colegio o las clases de idioma. En este sentido, no te has perdido nada. Si ves que los sn están forrados (o lo aparentan) no es gracias a la Obra. El que tiene dinero normalmente ya lo tenía antes de pitar. En mi país en general se reclutaba a los sn entre los miembros de la clase más acomodada.

Antes de casarme -me atrevería a decir que conocía al 80% de las “sn jóvenes” (las aún solteras) de mi ciudad y alrededores- y he constatado que todas veníamos de familias de iguales características socio-económicas; y todas teníamos padres con poder adquisitivo alto. Para que te des una idea, y a modo de ejemplo: para la Canonización se congregaron en Roma miembros de la Obra de todas partes del mundo. Por supuesto no era barato para los sudamericanos ya que el billete de avión para cruzar el Océano era carísimo; debíamos alojarnos en Roma (ciudad cara también); y mantenernos por lo menos una semana. Pues bien, de mi centro hemos ido todas las sn jóvenes; no solo hemos costeado nuestros billetes, sino que hemos colaborado con los de algunas numerarias del centro de estudios; nos hemos alojado en un superapartamento alquilado a 200 metros de la Plaza de San Pedro (invitando a nuestro coste a varias numerarias también); y como si fuera poco nos hemos quedado 2 semanas paseando por Roma y sus alrededores. Lo pienso ahora y se me hace un gasto enorme, pero en ese momento eran nuestros padres quienes lo costeaban, y nos parecía normal. Y la Obra contenta, ya que le evitábamos muchos gastos de las numerarias. Lo que te quiero decir es que el Opus Dei siempre se ha interesado en sn que puedan mantener ese ritmo, y lo que tú planteas respecto del nivel de vida de las familias de ese colegio es lo que yo he vivido en carne propia desde pequeña en el ambiente “sn”, con la diferencia que no había nadie que, como tú, lo cuestionara (créeme que supernumerarias “sin un duro”, como tú dices, no he conocido).

Hay una cosa que reconozco entre las sn, y es que no todas íbamos a lo mismo. Había quienes habían pitado solo para pertenecer al “exclusivo” mundo del Opus Dei (sin vocación pero con apariencia de ella); otras porque sus maridos ya eran de la Obra y cedían ante su insistencia (o buscaban agradar a la suegra sn); otras porque sus familias estaban muy comprometidas y habían respirado Opus Dei desde la cuna (este mi caso), por lo que ser “de Casa” era algo obvio, evidente, que tarde o temprano pasaría. Y normalmente este último grupo es el que tenía las enseñanzas del Fundador y los criterios de la Obra grabados a fuego, y probablemente con el que te hayas topado en el colegio (los otros dos grupos, ante la carencia de incentivo, no perdían ni 10 minutos en hacer proselitismo).

Para mi ser sn no implicó ningún cambio en mi vida; no me tuve que adaptar demasiado a nada ya que todo me era familiar. Una norma más o menos no me afectaba. Y en mi caso el compromiso con la causa era total. Desde el mismo momento de mi incorporación me entregué en cuerpo y alma a la Obra; mi vida era “ser” y “hacer” el Opus Dei; “hacer el Opus Dei siendo yo misma Opus Dei” (tal vez te suene). Este grupo de mujeres son las más entregadas, las más sinceras, pues lo que hacen y dicen verdaderamente lo creen, pero también son las más peligrosas, porque habiendo sido programadas desde pequeñas para ver el mundo a través de las gafas del Opus Dei, en su celo apostólico/proselitista son capaces de hacer cualquier cosa con tal de acercar un alma a Dios, llegando inclusive a avasallar derechos. En general no son “serpientes”, como tú las llamas (aunque siempre hay excepciones), sino mujeres alienadas que buscan desesperadamente acercar almas a Dios. Porque a nosotras se nos decía que ser de Casa es el camino más seguro para alcanzar la santidad; y un cristiano que ama de verdad lo que más anhela en su vida es ir al cielo y abrir sus puertas a sus hermanos. En fin, que cuentas que las sn te invitaban a sus casas, te pagaban cafés, te llevaban de compras… es que podría haber sido yo misma hace algunos años!!! Y créeme que estoy convencida de que esas mujeres no lo hicieron porque sean malas o tengan algún interés oculto en tu persona; más bien creo que si lo hacían era por el celo apostólico (propio o inculcado) de acercar una persona a Dios –acercándola a la Obra, claro-. Por supuesto que hay quienes tienen más delicadeza en el trato que otras, y seguramente te encontraste con las personas equivocadas. De seguir en la Obra, probablemente habría sido yo quien te abra la puerta del coche y te invite a la comunión de mis hijos –y ten por seguro que también te habría pedido que traigas una tarta :-)

Otro tema: Hablas de los “matrimonios perfectos”, de la gente que “se pasa pensando en el sexo y en el dinero”, de las mujeres que “saben cocinar, saben acostarse con el marido, saben ser buenísimas madres”. Mira, matrimonios perfectos no creo que haya, pero es cierto que los matrimonios Opus Dei dan esa apariencia. Es que las mujeres “Opus Dei” llevan muchas, muchas, muchísimas horas escuchando discursos relativos al matrimonio, al sexo y al cuidado de la familia. Desde el momento en que tienes novio (antes de los 20 por lo general) ya tu lectura espiritual la haces casi exclusivamente con libros de la colección “Hacer Familia”, los retiros y charlas para sn jóvenes (mensuales, anuales) siempre incluyen charlas de pureza (tema principal: como mantener a prudente distancia al novio y la importancia de la virginidad) y en las convivencias anuales no se habla de otra cosa (en las charlas y en el tiempo libre). Recuerdo una clase con un cura, en la convivencia anual, en la que nos enseñó –literalmente- a mantener relaciones con nuestros maridos (una vez casadas, claro). Nos explicó lo que estaba permitido y lo que no, incluyendo ejemplos prácticos y detalles que a mi madre la hubieran hecho ruborizar. Aprendí, por ejemplo, que después de un acto sexual si la mujer no había tenido un orgasmo, tocarse para provocarlo no es pecado (y por delicadeza mejor no decir nada al marido). Es que en la Obra todo está previsto y aclarado, hasta el más mínimo detalle :-)

Pues sí, que entre las tareas de una buena madre de familia numerosa y pobre, está el procurar que nuestros maridos siempre se sientan satisfechos con nosotras, también –y sobre todo- en la cama. Ceder, ceder, ceder, que después de todo es la forma más segura de mantener a nuestro hombre contento y a nuestro lado. Un cuento popular entre los sacerdotes en charlas para mujeres: un hombre se quejaba siempre en el confesionario de que su mujer era desordenada y no limpiaba bien; siempre papeles tirados en la sala. Esto hacía difícil la convivencia matrimonial. Una vez fue la mujer a confesarse y este cura le recomendó que “cediera” más cuando su marido se ponía cariñoso. Al mes siguiente entra el marido al confesionario y le cuenta que su vida es maravillosa, que su mujer es fantástica y que se encuentra más feliz que nunca. Acto seguido se confiesa su mujer, y el sacerdote le pregunta si había seguido su consejo, a lo que asiente la señora, diciéndole que ahora acepta siempre que su marido lo requiere. “Y los papeles tirados en la sala? Los has levantado?” A lo que contesta la señora: “Qué va, los papeles siguen en el mismo sitio, pero ahora no los ve!”

Es verdad, a los hombres les aconsejan no descuidar a sus mujeres, siendo los detalles favoritos enviarles mensajes de texto con palabras cariñosas, invitarlas a cenar a lugares bonitos y de vez en cuando hacerles un regalo especial (flores o joyas, dependiendo de los ingresos del sn). Irse de viaje el matrimonio solo estaba altamente recomendado, por lo menos un fin de semana fuera de la ciudad al año. Es verdad tu apreciación, la he vivido de pequeña y luego casada. Mi madre solía repartir sus hijos una vez al año para ir a la playa una semana con mi padre (allá por el 2000 se cambió la recomendación de la playa por la montaña, debido al ambiente libertino que había invadido la costa). A mí me tocaba generalmente ir a casa de mi tía soltera y me la pasaba en grande. Y recuerdo también haber recibido niños en casa cuando otras supernumerarias se iban con sus maridos. Yo he hecho lo mismo una vez casada, y es una costumbre muy buena, lo recomiende o no el Opus Dei.

Finalmente, sobre el dinero del que disponen las familias, que te preguntas de dónde sale. Pues sale del bolsillo de los hombres! A los sn se los entrena para ser “caudillos”; si a nosotras nos machacan con la “femineidad” a ellos los machacan con la “excelencia profesional”. Los hombres Opus Dei deben ser luz que ilumine desde lo más alto, porque es la forma más eficiente de acercar a los hombres a Cristo. Si ellos son exitosos en su trabajo, otros los querrán imitar y así el buen ejemplo se extenderá por todos los rincones de la tierra. Si es médico, pues debe aspirar a Director del hospital (no sea que se le ocurra apuntarse a “médicos sin frontera”); si es docente, pues al Rectorado; si es ingeniero, pues a la Dirección General de la empresa. En este sentido, he conocido a sn que, valiéndose de su condición de jefes, directamente presionaban a sus empleados para que visiten tal centro, o participen de tal evento apostólico. Por ello no es raro encontrar a sn en los puestos más altos de las empresas, de la magistratura e inclusive del gobierno (y algún que otro contacto tendrán algunos, digo yo). Ellos deben ser eficientes en su trabajo, y lo son, y esto se refleja normalmente en su posición jerárquica, lo que se refleja en su nómina. Dinero este con el que compran los furgones alemanes que conducen sus mujeres, pagan los viajes y adquieren la ropa de marca de sus hijos.

Mira, me podría extender muchísimo más –tu escrito me ha traído infinidad de recuerdos-, pero creo que ya he abusado suficiente de tu atención. Intenté contarte un poco cómo se vive el Opus Dei desde el punto de vista de una supernumeraria (al menos cómo lo he percibido yo), y así tal vez te aclare un poco tus dudas (si quieres en otro escrito te cuento cómo se armaban las parejas de sn; cómo se involucraban los curas; y todos los “requisitos” que debía cumplir una adolescente para encontrar “un buen partido” –como se dice en mi tierra-. Pero sería solo curiosidad, no creo que aporte nada, tú me dices).

Espero te hayan servido mis palabras. Me gustaría que siempre tengas presente que Dios quiere a sus hijos por igual, sean o no del Opus Dei. Y los quiere, sobre todo, felices. Si tú no eres feliz siendo de la Obra y no sientes que es el camino adecuado para acercarte más a Dios y ser mejor cristiana, pues qué sentido tiene que sigas dentro? Solo envenenas tu corazón conviviendo con gente que no te interesa y a la que inclusive rechazas. Y por favor, no caigas en el error de muchos sn, que siguen dentro a contrapelo, solo porque creen que de esta forma tienen asegurado un mejor futuro para sus hijos, o esperando justamente el día en que, gracias a la Obra, les toque a ellos conducir el furgón Mercedes Benz. No es así. Ese día no llegará. La Obra pide mucho, pero da poco (por lo menos materialmente, que espiritualmente es muy subjetivo). Te pedirá tu tiempo, tu energía, tu dinero –tus hijos para hacerlos numerarios-, pero no te facilitará el dinero si te atrasas en el pago de la hipoteca, ni te dejará de pedir la aportación mensual si caes en el paro.

Un abrazo,

luciana







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