Respondo a Pepito
acerca de sus matizaciones sobre la permanencia de Escrivá en Madrid. Pepito
reconoce que el motivo principal para su traslado, el doctorado, fue sobre todo
un pretexto para quedarse en Madrid. Pero busca luego las causas de su obstinación
de permanecer en Madrid.
A mí me parece que es muy difícil
establecerlas con seguridad: todo lo que dice me parecen motivos plausibles.
Tras estudiar todas las vicisitudes de la vida de Escrivá en esos años y en los
anteriores, la idea general que prevalece es la de una persona que vive
apagando fuegos, o como Indiana Jones: huye de un peligro inminente y para ello
corre y da un quiebro, con lo cual pisa una piedra que provoca la acción de una
trampa, de la cual sale haciendo una maniobra que pone en acción otra amenaza,
y así.
Huye de Zaragoza animado por Pou y con
la esperanza de ser doctor y poder volver en poco tiempo con la cabeza alta con
algún empleo como profesor en la Universidad. Pero pronto ve que hay otras
cosas más de su gusto (Patronato, trato con la nobleza madrileña a través de
doña Luz Rodríguez y de la academia Cicuéndez, etc.) y conoce por Pensado que
hay trucos para permanecer en Madrid durante años. Eso significa olvidarse de
volver a Zaragoza. Así que, mientras aplica esos trucos, empieza a buscar la
incardinación en Madrid. Recibe una inspiración de lo alto o, más
probablemente, se le ocurre fundar algo que le rondaba en la cabeza desde hacía
tiempo y que puede solucionarle sus problemas: la necesidad de sentirse
"realizado", de mandar, de apoyar mediante la labor con jóvenes su
trato con la diócesis para facilitar su incardinación. Todo eso con vacilaciones:
Cuenca, pensar que su vocación es dar clases en una academia, ocupaciones
estrambóticas, etc.
Cuando ve que consigue reunir a algunos
con carrera universitaria, empieza a pensar en dar alas a lo que ha fundado,
para lo cual ve, como bien dice Pepito, que el mejor punto de partida
humanamente hablando es la capital de España. Convence al P. Sánchez de eso, y como
al P. Sánchez le parece bien, se convence de que es el P. Sánchez quien le ha
dicho taxativamente que su obra, nacida en Madrid, tiene que continuar en
Madrid. A la vez, se da cuenta de la ola de odio a la Iglesia que va invadiendo
España y mezcla con sus objetivos iniciales el convertir la organización que
está fundando en algo similar a la masonería y a la Institución Libre de
Enseñanza, pero al revés: para cristianizar la sociedad en lugar de para
descristianizarla. Luego pone las Academias por su cuenta, y comienza la labor
en Valencia, lo cual demuestra que la necesidad de que la Obra naciera en
Madrid era algo muy relativo.
Sobre todo esto se puede meditar y
mostrar su verosimilitud, pero resulta más difícil ponerlo en un libro
documentadamente. Por eso mismo, creo que estas matizaciones de Pepito tienen
mucho interés, ya que provocan la expresión de ideas que, sin ser
históricamente seguras, complementan el cuadro. Y para eso, gracias a Dios y a Agustina
especialmente, está opuslibros.
Jaume