La sobriedad reglada y el perfil sacerdotal.- El Porteño
Fecha Friday, 13 September 2013
Tema 010. Testimonios


            Me he divertido mucho con la última colaboración de Gervasio, y además de divertirme, me ha traído recuerdos y me ha hecho pensar. Lo mismo que la de Josef Knecht.

            A propósito de sobriedades, tengo grabada a fuego una anécdota que viví en Pamplona, concretamente en la máquina expendedora de café que había en el edificio donde funcionaban las Facultades de Derecho Canónico y de Teología, a principio de los años 80.

            Don Amadeo de Fuenmayor (q.e.p.d.) entonces Decano de la Facultad de Derecho Canónico debía hablar conmigo acerca de algunas cuestiones referentes a mi incorporación como docente en la Facultad. Cuando me presenté en su despacho, me dijo que lo acompañara hasta su otro despacho como Catedrático de la Facultad de Derecho que tenía en el Edificio de la Biblioteca, pues sabía que yo también continuaría mi mañana allí. Pero antes de partir nos acercamos a la máquina expendedora de café, donde primero él y luego yo pusimos no recuerdo si monedas o fichas para servirnos respectivamente un café con leche y un café. En ese momento, don Amadeo hizo gala de su notable creatividad para el oxímoron, y me explicó que tomaba el café con leche “por prescripción facultativa”. Yo le repliqué que lo hacía simplemente porque tenía ganas, a lo que respondió con una sonrisa pícara.

            A mí, además de gustarme el café, siempre me ha gustado –y me sigue gustando, y lo sigo haciendo- tomar un café, o más de uno, en el bar de la Facultad, o en el bar cerca de lo que han sido a lo largo de mi vida mis lugares de trabajo, o de residencia, sólo o acompañado por colegas o amigos. Costumbre que jamás he interrumpido –incluso en mis años de vida en Roma, en cuanto tenía oportunidad de salir a la calle, que siempre fueron muchas incluso en mis años de Colegio Romano- y por la que nunca fui reprendido, reconvenido u objeto de correcciones fraternas. Pero en el momento de la anécdota referida, tengo que decir que me chocó profundamente que el señor Decano de mi Facultad, que además del cargo ostentaba un prestigio y una auctoritas personal enorme, tuviera que darme una explicación acerca de los motivos por los que había decidido tomar un café con leche a primera hora de la mañana –es probable que estuviese en ayunas, después de celebrar la Santa Misa en algún Centro por ahí, y que hubiese ido directamente a dar clase- y encima que para dar dicha explicación a quién no tenía por qué dársela, recurriera al oxímoron… Yo lo hacía habitualmente, porque me daba la gana, sin cargo de conciencia alguno y mucho menos pensando que debía alguna explicación a nadie.

            Respecto a la crítica –que comparto en parte- de Josef Knecht al importante trabajo de Jaume García Moles no tanto respecto del trabajo histórico-crítico en si respecto de la historiografía oficial u oficialista sobre biografía de José María Escriba Albás, cuanto respecto del perfil del sacerdote que trasunta, me parece importante puntualizar lo siguiente:

a)    Esas referencias de Jaume son para contextualizar su trabajo, no hacen a la esencia del mismo.

 

b)     Para no incurrir en anacronismos, habría que distinguir entre la imagen o perfil del sacerdote en tiempos del Benedicto XV y Pio XI, al los perfiles insinuados en el Concilio Vaticano II y praxis posterior.

 

c)     Pero sobre todo cabe puntualizar que tanto en los tiempos de su formación sacerdotal y primeras experiencias pre fundacionales, y con mayor razón luego, el fundador del opus dei tuvo un perfil o imagen del sacerdocio del todo peculiar, en primer lugar para sí mismo, y luego para los que serían sus hijos sacerdotes. Para sí mismo, un molde único e irrepetible exento de toda sujeción u obediencia a nada o a nadie, limitado únicamente “por lo que Dios le pedía”, cuyo único interprete y depositario era él mismo. Para sus hijos, so capa de “nueva espiritualidad laical”, un modelo clerical, anacrónico, perfecta  y asfixiantemente regulado, con prácticas ciertamente censurables respecto de la dirección espiritual y del fuero interno sacramental y extrasacramental, con una dilución absoluta de la responsabilidad personal en el ejercicio del ministerio en la “actuación corporativa”.

 

d)     La tarea no es fácil, pero en una revisión para la publicación del trabajo, mal no vendría precisar y perfilar mejor estos temas.

 

El Porteño









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=21541