Observaciones al estudio histórico de Jaume…- Josef Knecht
Fecha Wednesday, 11 September 2013
Tema 115. Aspectos históricos


Observaciones al estudio histórico de Jaume sobre la vida de Escriba y un consejo práctico

En continuidad con el reciente escrito de Ramón (04.09.2013) sobre Un agujero negro en la biografía de Escriba (uno o varios agujeros negros, habría que precisar), quisiera exponer mi opinión sobre el estudio de Jaume, muy avanzado en su publicación en esta página web.

En primer lugar, reconozco que Jaume me ha convencido, a partir de su rigor metodológico, de las abundantes incongruencias que se encuentran en las hagiografías oficiales –y en la Positio– referentes a la vida de san Josemaría Escrivá (o, mejor, José María Escriba). Este es el gran valor del trabajo de Jaume, el cual denuncia también que el manejo de las fuentes documentales por parte de los historiadores de la prelatura del Opus Dei no es limpio. Se entiende, pues, que en las biografías oficiales haya uno o varios agujeros negros sobre la vida del personaje...



Además, comparto las dos observaciones críticas que Ramón hizo a Jaume referentes a la “carrera sacerdotal” y al itinerario de la vida clerical. Este es, en mi opinión, un punto débil de la argumentación de Jaume que, sin embargo, no resta valor a su aportación historiográfica. En su trabajo se deben distinguir dos niveles de argumentación que no interfieren el uno sobre el otro: por un lado, el estudio histórico y el análisis de las fuentes documentales en contraste con lo que afirman los hagiógrafos oficialistas acerca de Escriba y, por otro lado, el juicio que Jaume emite acerca de lo que debería ser el comportamiento de un sacerdote católico.

Esta visión del sacerdocio, a decir verdad, no es compartida hoy en día por la mayor parte de teólogos y clérigos. Me da la impresión de que Jaume presenta al sacerdote desde una perspectiva demasiado reglamentista y fixista: un cumplidor a rajatabla de los cánones del Código y de las demás reglamentaciones (“juridicismo”), un hombre que debe recorrer paso a paso una minuciosa y estricta carrera o cursus honorum (“clericalismo”) al estilo de los magistrados de la sociedad civil, con el fin de establecerse bien en el propio estamento. Parece como si Jaume exigiera a los clérigos que, en el ejercicio de sus tareas y deberes, los cumplieran con la misma meticulosidad con que él analiza los textos de los hagiógrafos de Escriba para descubrir en ellos incongruencias y falacias; pero este rigor metodológico, válido para la investigación científica, no tiene por qué aplicarse a la vida práctica de los seres humanos, mucho más flexible y adaptable a las variadas circunstancias de la existencia y al carácter de cada persona. Hoy en día, como digo, poca gente comparte una visión así del sacerdocio, juridicista y clerical, vigente en otros ambientes y momentos históricos anteriores al Vaticano II (1962-1965), porque, sin menospreciar la importancia del Código de Derecho Canónico, todo creyente, incluidos los sacerdotes, ha de anteponer el Evangelio al Código y a las demás reglamentaciones humanas. Como bien dice un proverbio chino, “cuando alguien te señale la Luna con su dedo, no te quedes mirando el dedo” (y el Código es el dedo). La vida cristiana y sacerdotal es mucho más que cumplir reglamentos sometiéndose a encorsetamientos legalistas; es, como recordó Ramón, dejar actuar al Espíritu Santo.

No olvidemos que, entre los proyectos reformadores del concilio Vaticano II, destacó el de erradicar la mentalidad clerical en la labor pastoral de la Iglesia. El impuso conciliar a la teología del laicado iba en esa dirección. Sin embargo, también es cierto que durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI se ha producido un frenazo e incluso una involución en la aplicación de bastantes aspectos del Vaticano II, lo cual ha llevado consigo el resurgir del clericalismo entre los sacerdotes más jóvenes de la actualidad.

Dicho esto, reitero que el trabajo de Jaume es excelente porque desenmascara con rigor las falsedades de la versión oficial sobre Escrivá, y esto es lo que realmente importa. La otra cuestión, la del modelo de comportamiento sacerdotal, es secundaria y no afecta a la línea principal de su argumentación, que es la de la biografía de Escriba. Sin embargo, convendría que Jaume tuviera en cuenta las observaciones recibidas en esta página web en orden a una posible publicación de su trabajo en forma de libro. No sé si tiene la intención de editar un libro, pero, si se me permite darle un consejo, sería deseable que lo hiciera. Su aportación, seriamente fundamentada, es tan importante, que merecería la pena que de Opuslibros saltara a la esfera pública de las monografías (como hizo E.B.E., por ejemplo) para exigir a los directores del Opus Dei veracidad y honradez en los estudios biográficos de su fundador. En caso de publicarse un libro, las observaciones que Jaume ha ido recibiendo en Opuslibros pueden serle útiles para que tenga en cuenta a lectores distintos de los que habitualmente consultan esta página web: a muchos de esos potenciales lectores podría resultarles chocante una imagen tan abrumadoramente juridicista del sacerdocio católico que Jaume saca a relucir cuando comenta el comportamiento del seminarista y sacerdote Escrivá (o Escriba). Es sólo un consejo y también un sincero elogio: el valioso estudio de Jaume merecería difundirse en forma de libro, lo cual implicaría, eso sí, el esfuerzo añadido de adaptar el contenido a un público variado.

Josef Knecht







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