Quiero saludar a todos con un “Shalom” auténtico que brota del
habernos hermanado en el mismo dolor y haber caído en las garras de la misma cosa,
en contra posición a un “pax” ambiguo, rutinario, hipócrita y de lenguaje
sectario.
Es la primera vez que escribo. Me tardé mucho sea por la falta de
tiempo que por la indecisión de escribir o no con mi nombre (en lugar de con un
nick) o de si era correcto en base a la caridad cristiana. No tengo nada que
ocultar y cada vez que me preguntan sobre la cosa, doy mi experiencia
abiertamente, aunque siempre de manera personal o en pequeños grupos. Sin
embargo, en contra de mis convicciones y después de mucho meditarlo he decidido
permanecer en el anonimato por diversas razones.
Por otra parte, he llegado a la convicción de que no podemos ser
indiferentes y quedarnos de brazos cruzados ante la realidad que –por algo- nos
tocó vivir: por eso escribo y escribiré más! Hemos de poner nuestro grano de
arena para desenmascarar al fariseísmo del S.XXI. Yo sufrí mucho y aunque
muchos no lo quieran aceptar para no hacerse “harakiri”, yo lo digo claramente:
tiré a la basura los años más preciosos
de mi vida. Nada de que Dios lo quiso…. no! Yo tomé una mala decisión, sea
por la falta de consejo, por la ausencia de ciertas personas en mi vida, que
por las artimañas retorcidas de los miembros de la cosa. Es decir, se conjugan
muchas situaciones… y claro, en sentido amplio, todo eso Dios lo permite. Por
otra parte, sin lugar a dudas, que El nos echa la mano para sacar después un
bien mayor.
Quisiera decir muchas cosas, pero para empezar mis participaciones
quiero en primerísimo lugar agradecer a Agustina esta lucha frontal, su
valentía y el esfuerzo por darnos un espacio que resulta hasta terapéutico para
muchos. Escribir… nos ayuda y puede ayudar a muchos.
Finalmente, quiero comentar la desafortunada entrevista
a Pablo Mier y Terán que nos compartió Pareto.
Me encantaría saber quién está detrás de ese programita… porque hiede a la
cosa. Por otra parte, me da lástima Pablo: no puede negar “la cruz de su
parroquia”. Me recordó a Carlos Llano sorbiéndose la saliva al hablar mientras
daba una charla sobre el “sentimentalismo” a los directores de centros de
estudios o al círculo de alguno de estos numerarios que mimetizaban las
gesticulaciones de los “hermanos mayores de casa”, sin personalidad propia.
Me parece que aún está atrapado en las redes del “estoy (estaba)
feliz de la vida, contentísimo”… porque es lo que había que pensar y decir
aunque te estuviera cargando el payaso. Ojala que me equivoque y de verdad lo
haya sentido y lo sienta… tampoco quiero reducir su experiencia a la mía. Pero
lo que no me suena es que estuviera tan “contento y feliz”, que alguien más
vino a “llenarle el ojo” y a darle sentido a su vida con mayor plenitud. Cuando
se está enamorado de alguien o de algo, ¿cómo dejarlo? Por donde quiera que lo
veamos, simplemente no estaba satisfecho y es muy triste que al día de hoy no
sea capaz de aceptarlo.
Finalmente sigue atrapado en esa especie de semipelagianismo donde
lo que vale es el esfuerzo (la lucha) personal… además de caer en ese juego
dual y peligroso donde existen dos voluntades siempre confrontándose: la de
Dios y la mía. Claro, la mía siempre vista con desconfianza, sinónimo de
egoísmo y presunción. Ya solo le faltó para rematar, al puritito estilo de pabloramon
o de alguna otra: soy un pobre pecador, cometo pecados, leves o graves y me equivoco día a día: ¡¡Nadie se los cree!!
Ignaki