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Os agradecería que contestarais a la siguiente pregunta: ¿Sólo en el Opus Dei hay trapos sucios que lavar? ¿No es algo común entre todos los mortales? ¿En las familias, entre las amistades, entre compañeros de trabajo, entre marido y mujer... etc., no hay trapos sucios que lavar? Las consecuencias del pecado original, ¿sólo se hacen sentir en los miembros del Opus Dei, y más concretamente, en los numerarios? Al leer vuestra página, esa es la impresión que da.

No sólo en el Opus Dei hay trapos sucios que lavar. Pero esta web se dedica a denunciar los “trapos sucios” del Opus Dei, lo que no obsta a que otras páginas hagan lo mismo con otras instituciones semejantes. Aquí no se trata del pecado original, sino de los pecados que cometen las personas del Opus, debido a la incidencia de una estructura institucional (estructuras de pecado, las llamaba Juan Pablo II). Pecados que causan daño, lo que justifica pedir una justa reparación así como su denuncia pública para prevenir a potenciales víctimas...

Afirmáis que no vais contra la Iglesia.... pero si yo te doy un golpe en la cabeza, ¿no se resiente todo tu cuerpo? El Cuerpo Místico de Cristo, lo llama San Pablo y El Papa Francisco no hace otra cosa que recordarlo. Qué pena que se lo facilitemos tanto a los enemigos de la Iglesia.

La gran mentira del Opus Dei es identificarse con la Iglesia para inmunizarse de las críticas. La parte no es el todo; el Opus Dei no es la Iglesia. Ésta es una institución divina e indefectible; aquél es una institución eclesiástica y defectible. Además la Iglesia no es una ONG (papa Francisco) y mucho menos una banda de mafiosos obligada por un juramento de “Omertà”, o ley del silencio, por la que no se deba denunciar públicamente a quienes en nombre de Cristo destrozan existencias.

- Otra duda, me ronda la cabeza. De todas las instituciones que hay en la Iglesia, todas necesarias porque son distintos carismas que tienen su origen en el Espíritu Santo, (lo afirmaba el Papa hace muy poquito). ¿Solamente en el Opus Dei se producen abandonos?

Eso de que todas las instituciones son necesarias es una gran falsedad. La Iglesia no necesita del Opus Dei; la obra no es nada sin la Iglesia. La Iglesia podría suprimir al Opus Dei, así como suprimió a los Templarios y a los jesuitas. Y no pasa nada, no deja de ser Iglesia por más o menos prelaturas personales o institutos seculares camuflados que tenga. Además, eso de que el Opus Dei tiene su origen en el Espíritu Santo ningún católico tiene obligación de creerlo. Podrán creerlo los adeptos de la prelatura si lo desean, pero nunca como algo revelado públicamente. En otras instituciones se producen abandonos. ¿Acaso eso impide que en una web dedicada al Opus Dei se traten de los abandonos de la prelatura y consecuencias? La especialización se debe a un fenómeno muy normal de “división del trabajo”.

Las crisis de vocación ¿son exclusivas de los socios del Opus Dei? Los matrimonios del mundo entero ¿no tenemos crisis? Es verdad que a veces, por dolor, se cuentan cosas pero se cuida el no ventilar a los cuatro vientos las miserias ajenas. En parte, porque es un trocito de la vida de uno y, por otra parte, se me ocurren varios motivos... y el primero de ellos es el vivir la caridad. ¿Qué se portaron así o asá? Si están tan llenos de miserias y hacen las cosas tan mal que lo mejor sería borrarlos del mapa, ¿nos reafirmamos en la idea de que en exclusiva sufren las consecuencias del pecado original y que todos los demás estamos libres de ellas?

Es un deber de caridad, justicia y solidaridad, denunciar los fallos institucionales que pueden derivar en daño hacia las personas. ¿O acaso hay que dejar de decir que en un hospital abunda la mala praxis médica porque en otros centros sanitarios sucede lo mismo?

Guste o no, es una institución aprobada por la Iglesia y forma parte de la misma; como tantas otras.

No es cuestión de gustos sino de justicia. Cualquier católico puede pensar que el Opus Dei es una estructura defectuosa que si no se reforma radicalmente mejor sería que se disolviera.

Las veces que he leído opuslibros me ha quedado el sabor amargo de comprobar vuestro empeño en querer enseñar al Papa, a los Obispos y demás responsables, qué es lo que tiene que creer, qué es lo que tienen que aprobar o como tienen que interpretar el tema que tanto os preocupa.

Pues yo no pretendo “enseñar” nada, sino emitir una modesta opinión fundada en mi conocimiento de unos hechos que juzgo gravemente injustos, reveladores de una estructura contraproducente para la Iglesia misma. Así como las víctimas de Marcial Maciel hicieron denuncias durante décadas, y tuvieron que aguantarse la calumnia, el silencio y la incomprensión, hasta que Benedicto XVI las escuchó y tomó medidas contra ese deplorable personaje.

Juan sintierra