Obsesiones y tópicos: Calandria tiene razón.- Conrad
Fecha Friday, 23 August 2013
Tema 140. Sobre esta web


Confieso que soy lector empedernido, impenitente y voraz de esta página desde que la descubrí hace años. Procuro no perderme ninguna de las actualizaciones. He visto como evolucionaba a lo largo del tiempo al mismo paso que cambiaban los autores de los testimonios: unos se iban, otros venían, algunos permanecían. Pienso que su lectura me ha ayudado a mirar "de frente" un período de mi vida (16 años, se dice pronto) en el que fui seguidor empedernido, impenitente y voraz de una entelequia (para mí) vestida de santidad y religiosidad. Hace relativamente poco, por razones que ya explicaré, decidí dar un paso más y de lector pasivo intenta pasar a aportador. Pero la verdad es que, pese a haber pertenecido al estado mayor (fui numerario), no debí enterarme de mucho o, quizás, fui un muerto viviente.

Sea como fuere, lo cierto es que puedo dar fe de que autores de testimonios como Calandria siempre han estado en la web y, al menos para mí, forman parte consustancial de ella. Personalmente, hasta hace poco, pensaba que Calandria no existía, que existía la Calandriez, el universal, que ponía en marcha un o una oficial de la aop en Vitruvio o Zurbano. Por lo visto, sí que existe el individual...

En su provocadora aportación (07/08/2013), Calandria parece echar en cara a los que participamos en OpusLibros, entre otras, dos (2) obsesiones: sobre el reclutamiento de menores y sobre el consumo de pastillas para favorecer la perseverancia de los miembros.

Me parece que tiene razón. La obsesión es una perturbación anímica producida por una idea fija y efectivamente, tanto el reclutamiento de menores (como el de personas de especial debilidad, añado) como el empastillamiento de los miembros (especialmente, numerarios) aparece reiteradamente en la página web. Pero es que lo que no dice Calandria es que también los jueces que integran el tribunal que condenó a dos (2) numerarias y a una Asociación ligada a la gestión de una obra corporativa del Opus Dei (nunca al Opus Dei, por Dios) en el caso de Catherine Tissier, también deben participar de esa perturbación.

Si no, no se explica que precisamente en la sentencia llamen la atención como hechos probados sobre el empastillamiento que sufrió la víctima y sobre el abuso de situaciones de especial vulnerabilidad con la que operaron las condenadas (cfr. especialmente mis comentarios como abogado y ex numerario "Per medicina, ad astra" (26/04/2013) e "Ir para Santa Teresa de Jesús y quedarse en Isabel Pantoja" (10/06/2013)).

Para mí, una sentencia judicial en cuanto que expresa la convicción de los jueces neutrales (¿o va a resultar que también escriben en Opuslibros?), es verdaderamente relevante. Así, ¿no será que la perturbación anímica causada por una idea fija más bien se ha trasladado a la mente de Calandria, precisamente para negar pertinazmente lo evidente?

La idea fija es similar al tópico: algo que se repite. Pero que las cosas se repitan no significan que sean mentiras, simplemente que se repiten.

Por eso concluyo que Calandria, al final, tiene razón porque descubre obsesiones, aunque sean propias (negar la evidencia judicialmente declarada). Por mi parte, seguiré repitiendo tópicos mientras no se me demuestre que son mentiras. Y la sentencia francesa, precisamente no lo hace.

No puedo acabar sin una reflexión que enlaza con el segundo párrafo. En el paisaje de Opuslibros es inevitable la existencia de Calandria o de la Calandriez. Es una consecuencia de la libertad que se goza en Internet. Los límites sólo pueden ser el mal gusto, la ofensa o aquello que perjudique a la propietaria de la página, Agustina. El día en que Calandria o la Calandriez no pudieran acceder a publicar en Opuslibros, no tendríamos fundamento para defender con seriedad que los demás pudiéramos acceder.

Muy inteligente es la postura que aconsejó Josef Knecht respecto a no entrar al trapo a los comentarios de Calandria. Quizás esa sea la mejor opción, pero nunca el carpetazo que aconseja ahora el mismo autor (19/08/2013). La libertad, con sus límites, no perjudica el prestigio de nada.

Un abrazo.

Conrad









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