Querida Agustina:
Me enteré del tema del ex
numerario argentino referido por Atlast
y por Nasius
cuando vivía en Roma, siendo yo sacerdote y por boca de otro sacerdote
argentino que también vivía allá. Habíamos coincidido alguna vez los tres en el
mismo centro.
Si bien la cuestión tiene
algún fundamento real el que refiere con veracidad Nasius,
conforme lo que me refirió el protagonista cuando tuve oportunidad de verlo y
saludarlo, valga mi testimonio que me llegó una versión totalmente deformada,
quizás una llamémosla “adaptación pastoral ejemplificadora” (nunca entendí cómo
se puede “pastorear”, edificar sobre la mentira…) que tengo casi la certeza moral
que no había sido deformada por quién me lo refirió, quién además de tener
conmigo una gran afinidad y llamemos lisa y llanamente las cosas por su nombre,
amistad, era persona recta y veraz.
No lo creo capaz de haber
mentido en esa forma calumniosa, absolutamente mendaz e injusta, cuando me
transmitió la versión que circulaba, como que el hoy feliz matrimonio hubiera
comenzado su relación de noviazgo o de amistad núbil, siendo él aún numerario,
y que esa relación hubiese sido la causa de su ruptura con el opus dei.
La ruptura con el opus
dei, entre otras razones, se debió en gran parte al “descubrimiento” por parte
del protagonista, entonces Director de un colegio de esos que “no son” pero son
o “son” pero no son, y de haber ocupado importantes funciones de gobierno, etc.,
que las cosas que “no son”, en realidad son, y que la plena libertad de
opciones en materia profesional, política, etc., que corresponde a los
numerarios, porque son laicos que no se diferencian del resto de los laicos en
nada, no los separa ni un papel de fumar, como decía el santo marqués fundador,
en realidad “no era” ya que se pretendió de él ciertas opciones no
fundamentadas en su libertad sino en “la santa obediencia” propia de los
consagrados.
El sacerdote que me
refirió el tema, entonces teólogo en carrera tanto universitaria como de
colaboración en tareas en la Curia Vaticana (además de sus dotes intelectuales
y para el gobierno, sobre todo una buena persona, honrado y digno) poco tiempo
después cayó en desgracia, volvió a Argentina y murió al poco tiempo en un
accidente… No tuve oportunidad de volver a verlo, pero me han referido que
estaba desquiciado, con su salud física y psíquica muy afectada y según me
comentó un ex numerario laico íntimo amigo de él antes que ambos fueran
captados, solía repetir que consideraba al opus dei como “un modelo agotado”.
Valga el testimonio, en
primer lugar, por la verdad de las cosas y para perpetua memoria, y con la
esperanza que quizás pueda mover la mente y el corazón, ahora o en el futuro,
de alguien o de muchos para que en el opus dei no se sigan triturando personas
y se sirva mejor a la Iglesia y a las almas.
El Porteño