Reconocimiento a los que denunciaron poniendo en riesgo su honra.- Jiménez
Fecha Friday, 05 July 2013
Tema 060. Libertad, coacción, control


No quisiera yo estar ante Dios para justificar un papel tan execrable como el que hicieron unos cuantos sacerdotes del Opus Dei, revestidos de tales y con alto rango en el entonces instituto secular. Estos curas, ensotanados  visitaron en parejas,  con toda su supuesta autoridad y en base a una obediencia debida, a determinados ex del Opus Dei con el solo objeto de difamar a otra exmiembro con las más abyectas acusaciones personales. El pecado de la acusada: atreverse a  escribir y publicar un libro en el que, blanco sobre negro, desgranaba por primera vez en la historia la verdad de la Obra, el abismo entre su teoría y la práctica, razonando, explicando y, si se me permite, con un tono bastante más suave del que merecerían ciertas prácticas internas de la institución.

Releyendo el jueves  los contenidos “antiguos” de Opuslibros me topé (después de algunos años) con el descarnado testimonio de María Angustias Moreno en el que cuenta, con la ayuda necesaria de los testigos visitados por los altos curas opusdeístas, como esa obra de Dios, cómo esa “madre guapa, como “eso” tan espiritual, tan de Dios que estaba llamado a traer una guerra de paz en la tierra intentaba, a través de cualificadísimos sacerdotes enviados desde Roma (con Álvaro del Portillo como máximo dirigente entonces, no lo olvidemos) machacar, pisotear, anular y desaparecer en vida a una persona. Arcadas me ha dado.

No cabe –me dije tras leer- olvidar, a pesar de los años pasados, esos testimonios de cómo el Opus Dei es capaz de gastárselas con aquellos que osan replicarle. Evidentemente eran otros tiempos. En la década de los 70 en España al Opus Dei no le tosía ni Franco (y es textual). Pero precisamente por ello creo que cabe reconocer la valentía, posiblemente osadía y temeridad, de aquellos poquísimos exmiembros que como María Angustias o Alberto Moncada (se me escapan otros nombres pero quizá la nómina pueda aumentarse con alguno más) que se atrevieron a alzar la voz y denunciar por escrito que la bendita Obra no era precisamente lo que se “vendía”.

Vaya mi reconocimiento por ellos.

Jiménez









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