Nacho, sigue escribiendo.- Carmen Charo
Fecha Thursday, 01 July 2004
Tema 130. Agradecimientos, felicitaciones


Queridísimo Nacho,

Llevo meses de retraso en la lectura de opuslibros, pero hoy he dedicado un buen rato y te he leído casi al completo. Cada día voy archivando los artículos más largos para cuando haya tiempo, y hoy he podido acompañarte un poco en tu experiencia.

Te agradezco la confianza de compartir con nosotros tantos detalles grandes y pequeños, todos importantes, de tu vida. Me gusta muchísimo que des datos y nombres aunque yo no los conozca porque son historia. Yo ya hace 15 años que dejé "la cárcel" y hay muchas cosas que se me habían olvidado acerca de costumbres, terminología...

Yo también he conocido trituradoras de papeles en el centro de estudios y en las delegaciones, para que no quede ni rastro de nada. En cuanto a las reformas litúrgicas del Concilio, me han subido los colores recordando cómo nos mandaban ir a la Novena de la Inmaculada en la catedral de Pamplona el año 75 con la mantilla puesta. Recuerdo que vinieron mis padres a verme y me quise morir cuando me tocó colocarme la mantilla a la entrada de la iglesia mientras a mi madre se le salían los ojos de las órbitas. Dentro del centro llevamos la mantilla hasta más o menos 1987-88, total veinte años después del concilio.

No he vivido los mismo hechos que cuentas pero te digo que te creo abslutamente. (Desde luego Nicole, que cada quien ve lo que quiere, y lo digo por ti) En tu comentario de ayer acerca de que no sabes si es un adolescente el que escribe el relato de la convivencia en Ayete, me pareces especialmente bruta, y no es un insulto sino una definición: violenta, ruda, carente de miramiento y civilidad, tosca, sin pulimento)

Yo puedo ratificar la experiencia de Nacho en los temas de pobreza, de trato con la familia, de falta de cariño...

Yo viví cuatro años en centros en los que se hacía labor de San Gabriel y de agregadas. Aunque nunca estuve involucrada en la labor de ellas, sí que gocé de su trato cercano cuando venían al centro y colaboré con alguna de ellas en la labor de San Gabriel. Esto sucedió en Murcia, ciudad encantadora y campechana de la que conservo gratísimo recuerdo. La directora del centro entonces, también contribuía a ese ambiente distendido y amable. A pesar de esto, siempre me quedaba un regusto amargo, una sensación de distancia con las agrgadas por las normas establecidas. Si que existía esa sensación de que las numerarias son superiores, especiales.

Yo siempre admiré mucho a las agregadas porque me parecía heróico que tuvieran que vivir la vida de una numeraria pero con su familia, habiendo tantas cosas incomprensibles dentro de la forma de vida de la obra. Recuerdo detalles que me llegaban de quejas de las agregadas a las que se invitaba impositivamente a abandonar una cofradía que sacaba, por ejemplo una procesión en Semana Santa, o un, no sé cómo llamarlo, especie de coro muy tradicional en Murcia llamado Los Auroros, que salía por las calles cantando en distintas fechas festivas. Estos detalles conllevan mucho dolor por lo que suponen de pequeño o gran desarraigo de las propias costumbres. Contribuyen a que sea imposible entender cómo se puede ser del opusdei y seguir siendo normal. El tema económico siempre me pareció un caballo de batalla que para mí hubiese sido imposible de librar. También he conocido de peleas en este sentido, hasta tener que mentir, y tener que guardar poco a poco dinero para gastos que a una agragada le parecían necesarios pero que no se le autorizaban en el centro. vVvir así me parece que tiene que haber sido un infierno. Por lo menos las numerarias, no teníamos que librar batallas en tantos frentes, y a la familia la dejamos al marcharnos de casa y no tenía necesidad de seguir sufriendo nuestras abundantísimas tonterias y estupideces.

Nacho, Gregory y todos los que habeis sido agregados y agregadas y escribís en la web, os admiro profundamente y os agradezco vuestra experiencia, creo que muchas veces, tan dura como la de las numerarias auxiliares.

Por favor, sigue escribiendo Nacho, hasta que te quedes vacío y te sientas descansado. Eres muy ameno y nos ayudas a todos a refrescar la memoria y a pensar.

Un fuerte abrazo y hasta siempre.

Carmen Charo







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