Máximas muy interesadas.- Jiménez
Fecha Monday, 01 July 2013
Tema 060. Libertad, coacción, control


Me sumo a lo dicho por Pepito en su escrito del viernes.  Menudean en la Obra múltiples axiomas y frases hechas –la mayoría del fundador; otras de autoría no conocida- que, además de circular internamente como Palabra de Dios constituyen, si se meditan con un mínimo sentido común, auténticas aberraciones. Ya me referí aquí hace algunos años al vomitivo y denunciable “derecho a no tener derechos”, aseveración que no resiste el más mínimo análisis racional ni legal, y que, sin embargo, allá dentro se prodiga en charlas, círculos, meditaciones e incluso (el colmo) en cancioncillas internas, con una alegría y una frivolidad que asustan. Baste decir que con esa afirmación podría justificarse perfectamente la esclavitud, la pena de muerte sin juicio previo o cualquier otra perversión. La institución como dueña, propietaria total de la persona.

Pepito saca ahora a colación otra de esas máximas: la Obra “no saca a nadie de su sitio” y uno continuará siendo lo mismo que era antes de ingresar, viene a decir. Lo curioso es que siendo una flagrante mentira (¿cuántos numerarios dejaron sus trabajos profesionales o su lugar de origen para atender labores internas?) ese slogan se repite y, lo peor, muchos se lo creen. (Me preguntaba en su día y me sigo preguntando hoy: ¿qué es lo que hace que gente intelectualmente preparada sea tan ciega en los asuntos referentes a la institución que ya les puede mojar el agua las axilas que ellos –porque lo afirma Roma- aseguran estar en el desierto?).

No sacar a la gente de su sitio, además de falso en muchos de los casos en el Opus Dei, es una invitación al inmovilismo, al estancamiento, a “enterrarse en vida” si se me permite la expresión. El ser humano está proyectado al futuro, a su desarrollo y promoción personal en libertad. En la Obra viene a decirse con esa máxima que la criada continuará siendo criada; el empresario ricachón, un potentado; y el agregado clase media o baja, qué le vamos a hacer, así es la vida, un pringado toda su existencia. Fatalismo en estado puro.

Conjeturo que esta frase obedece, igual que la de “no tener derechos” y como muchas cosas que nos vendieron como empeño del Cielo –me gustaría saber qué piensa realmente el Cielo de todo esto-  al más puro interés logístico: que nadie reclame “subir peldaños” en su status, porque ello provocaría el caos en esa “organización desorganizada” (otra trola). Si las auxiliares reclamaran formación y oportunidad para ser numerarias o el agregado pringado luchara por ser empresario potentado, el invento se les iba al cuerno en dos meses.

Jiménez









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