Aunque no sé si
vale la pena alimentar esta discusión, quiero hacer un par de puntualizaciones al
escrito de Knecht sobre el bueno de don Antonio Pérez. En primer lugar,
no alcanzo a comprender la equiparación con el Sr. Snowden, al parecer agente
de la CIA que, tras percatarse de la inmoralidad de algunos procedimientos
empleados por su agencia, decidió denunciarlos, con las consecuencias,
seguramente duras, que aún están por ver.
Para mí el caso
de don Antonio Pérez fue muy distinto: fue el de un hombre de gran inteligencia
pero de carácter débil (aunque probablemente generoso), que no supo
resistirse a la santa coacción en dos circunstancias cruciales de su
vida: la de su reclutamiento y la de su ordenación; es decir, se trata de un
caso concerniente a su personal entrega. Andando el tiempo, vio que ese
no era su camino y lo desanduvo, lo que no era poco desandar; pero no sabemos
que lo hiciera por reservas morales frente a la estructura en que se había
metido. Y, por cierto, hablando de caballeros, los había antes de Franco
y los sigue habiendo después de él.
Pepito