Negra Empresa,
negrísima, negra.
Soy presa que
prensas
en garras que agarran
y enganchan más
cuanto más nos
agachas
en norias de
burricos y patitos.
Perdona. Soy
persona de paz
y no un animal
numerado
o una numeraria de
carga
a la cola de la
Firma.
Perdona. Soy un ser
humano
con hermanos que se forman
sin que nos informen
de cada noria, cada
burro, cada rebuzno
que siguen deformando.
Las deprecaciones depravadas
de tu obra
están impresas en tus
presas depredadas.
¡Oh Pus!, que
enfermas
tú mismo y lo que
tocas
haces supurar “in
aeternum”.
Llagas, laceras,
mortificas, arrasas,
disciplinas,
rompes, anulas, rajas,
cilicias silencios
en nalgas y piernas
que compras con oro
y sin decoro
atrofiando caminos
y caminantes.
Caminante no hay
camino ni se hace camino al andar,
sólo patadas
y pitidos de quienes han pitado
en mala noche para
negra Empresa
trocando los infinitos
caminos que despuntaban
en los 999 puntos
de un descamino
inventado.
Tu dios es Midas,
tu reino lo mides
en devorar sin
medida
alcurnias, dineros,
poderes, personas.
Tu triste y
alargada figura de Saturno
no es la del
caballero Quijote.
Alargas tu mano
larga y tu triste rostro de Greco,
pero aunque te
vistas de seda
mona te quedas:
no te convierten en
caballero
tus monadas y
marquesados.
Tus marquesinas languidecen
la vida
sin mar, sin
quilla,
en un amar
encallado,
en callados
tormentos
de canas
encallecidas:
un “duc in altum!”
que el ilusionista negro
transformó en un
“dux in altum!”,
en un “omnia in
duce!”
sin “bonum” alguno,
con culto al
inculto
de los cautivos
incautos.
Has envejecido la
historia
introduciendo la
histeria,
has enrojecido las
pinturas negras de Goya,
Oh Saturno,
por miedo a tus
propios hijos y a los ajenos.
Triste herencia la de
tu figura alargada.
Después de una
tierra yerma
con brindis al sol
en noches oscuras,
sólo cabe esperar,
en barbecho,
renuevos que se
vislumbran
en un amanecer sin
ti.
Hermano humano. Quiero
respirar.
Soy persona de paz.