Discrepo
del juicio de Pepito
(15.05.2013) acerca del estudio
biográfico de Jaume. Expongo mi discrepancia –pido de antemano perdón
por la pedantería– a partir de la distinción aristotélica entre “substancia” y
“relación”. En sí mismo considerado (es decir, en lo que a la “substancia” o
cosa se refiere), el personaje da poco de sí y no merece la pena ser estudiado
tan minuciosamente; en esto estoy de acuerdo con Pepito. Pero en “relación” a
que Escrivá es un santo oficial y solemnemente canonizado por la Iglesia
Católica, el trabajo de Jaume es meritorio.
Jaume,
basándose en un análisis riguroso de las fuentes históricas, denuncia
falsedades en la biografía oficial de un personaje –biografía que estuvo en la
base de la Positio de su proceso de beatificación– y así ha puesto sobre
el tapete un problema candente: la jerarquía eclesiástica no debería permitir
en el seno del catolicismo movimientos de mentalidad sectaria que mienten en
primer lugar a la propia jerarquía, para luego engañar al resto del mundo
cobijándose bajo el prestigio que esa jerarquía les proporciona. ¡Ojalá hubiera
trabajado un “Jaume” en la curia diocesana de Madrid y en la curia vaticana
durante los años en que se tramitó el proceso! Espero que los obispos católicos
aprendan la lección y en adelante no se dejen enredar más en esas trampas, pues
las faltas de credibilidad de quienes gobiernan la Iglesia se pagan muy caras
en la sociedad actual.
Josef
Knecht