“Saxum”!: ¡qué blanco veo el camino
-largo- que te queda por recorrer! Blanco y lleno, como campo cuajado. ¡Bendita
fecundidad de apóstol, más hermosa que todas las hermosuras de la tierra!
“Saxum”!»
Según el libro de Ana Sastre, esas
palabras de don Josemaría hacia don Álvaro están en una carta, cuya nota
refiere al Archivo General de la Secretaría del Arzobispado de Madrid, y que
habla de una cuajada, parecida a la de la fabricación de quesos, en las que se
utiliza tradicionalmente un agente fermentador llamado cuajo. Don Álvaro sería
quizá aquel agente fermentador, que para don Josemaría sería una cualidad
apostólica. El conseguir el resultado es el que hace relevante al cuajo, ya que
logra que la leche cambie y se obtenga el queso. ¿Cuál es el queso? El queso es
el opus dei. Y la leche, ¿de dónde sale? Como que la leche está supeditada al
“campo cuajado”. El opus dei es el queso, y aquella cualidad de convertir la
leche en queso es una cualidad “más hermosa que todas las hermosuras de la
tierra¨.
Disculpen mi insistencia, pero en esto
de la fabricación de quesos, ¿qué importancia tenemos todos los que hemos
pasado por el opus dei? ¿Qué rayos teníamos que hacer adentro de esa fábrica?
¿Aquella blancura, aquella hermosura, aquel campo cuajado, tenía algo que ver
con nuestras vidas?
Por otra parte, quisiera comentar una
noticia que me tocó escuchar en la televisión española, de una persona que se
hizo pasar por un sacerdote, pero que no lo era. Se decía que los matrimonios
que hubiera oficiado eran válidos, a pesar de que aquella circunstancia. Y al
impostor, como se arrepintió, se le conminó a hacer un tipo de penitencia. Esto
lo digo, porque de alguna manera, don Josemaría y don Álvaro, la vida los llevó
a ser sacerdotes, y aunque fuesen auténticos, sus propias concepciones
contrastan con el mensaje evangélico, que en lugar de querer ser los últimos,
se creyeron los primeros. Mi comentario es el siguiente: nuestro paso por el
opus dei fue válido, es decir, sirve de experiencia de la vida. Fue nuestra fe
la que le dio coherencia. Pero por otra parte, no creo que sea correcto tomar
el nombre de Jesús, pues suena un poco fuera de lugar. No hace falta una
excomunión, tan solo un poco de arrepentimiento, y sobre todo, dejar de
hacerlo.
Paiquito