Releer el propio pasado.- Josef Knecht
Fecha Friday, 03 May 2013
Tema 115. Aspectos históricos


 

Me han gustado mucho los comentarios, nada agrios, de Naranja Agria (1.05.2013) acerca de cómo las vivencias del joven sacerdote Escrivá a finales de los años 20 y comienzos de los 30, cuando buscaba en Madrid un posible director espiritual u otro, dejaron una huella profunda en su persona y en la institución por él fundada: la obsesión en el Opus Dei por que la dirección espiritual sea impartida sólo por sacerdotes “de Casa” y no por “malos pastores” de fuera, la aversión del Opus Dei hacia las órdenes religiosas, la fundación de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz como una oferta dirigida a sacerdotes diocesanos para que no tengan que recurrir a la dirección espiritual ofrecida por las órdenes religiosas. Naranja Agria resalta, además, el desagradecimiento de Escrivá a quienes contribuyeron de una manera u otra a la fundación de su Obra, como fue, entre otros, el padre jesuita Sánchez. También están logradas las explicaciones referentes a cómo Escrivá leía y releía el pasado de su vida para plasmar esa lectura en la espiritualidad y en la praxis interna del Opus Dei...



 

He resumido las ideas principales del artículo de Naranja Agria porque guardan perfecta sintonía con lo que quise exponer –no sé si acertadamente– a Jaume García Moles en mis dos escritos dirigidos a él: 15.04.2013 y 26.04.2013. Es como si Naranja Agria hubiera leído y releído mis pensamientos para luego exponerlos mejor que yo. Su afirmación de que “Podría decir que la obra es un reflejo de su vida, de lo que quiso ser como profesional o intelectual y de lo que no pudo ser” me ha recordado, al menos parcialmente, uno de los fundamentos de la investigación de Eugen Drewermann (Clérigos. Psicograma de un ideal, Trotta, Madrid 1995) acerca de la peculiar psicología de los clérigos: un hombre se hace sacerdote o religioso para llegar a ser (o, mejor dicho, para conseguir la gloria de) lo que no puede llegar a ser en la vida civil, profesional o intelectual; en la primera mitad del siglo XX era normal en España y en otros países recurrir al sacerdocio para situarse dignamente en la vida social. Si un hombre de psicología narcisista recorre el itinerario vital de la clerecía en esas circunstancias, puede perfectamente acabar fundando el Opus Dei (Escrivá) o la Legión de Cristo (Maciel) o el Sursum Corda para mayor gloria de sí mismo ocultando su mediocridad bajo una “tapadera” de entrega y santidad.

 

El estudio biográfico de un personaje exige adentrarse en su psicología (como hace García-Villoslada con Martín Lutero, por ejemplo). Esto no es caer en el vacío, sino lo que hay que hacer: explicar la actuación de una persona a partir de sus motivaciones interiores; por supuesto, hay que hacerlo bien y no arbitrariamente, de ahí que muchas veces los buenos biógrafos, a partir de las obras realizadas por el personaje, arrojan luces para comprender su interioridad. Jaume demuestra el suficiente rigor en su análisis y en su metodología como para garantizar que no cometerá arbitrariedades si se adentra en la mente del personaje analizado. Puesto que su estudio sobre Escrivá, que está muy avanzado y maduro, aún no es definitivo –es un “work in progress”–, convendría que tomara nota de las sugerencias que se le hagan en Opuslibros para incorporarlas en las conclusiones o valoración final de su trabajo de investigación. Las ideas de Naranja Agria me parecen de lo más acertadas para redondear el estudio de Jaume.

 

Josef Knecht







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