¿Me quieres?.- Perladeladriatico
Fecha Monday, 15 April 2013
Tema 060. Libertad, coacción, control


¿Me quieres? Esta es la “sencilla” pregunta que hizo Jesús a Pedro tres veces seguidas.

Pregunta que sería conveniente que nos hiciéramos todos muy a menudo. Y hoy, aprovechando que el evangelio nos ha dado pie a recordar este hecho, por el cual parece que Jesús quiere “asegurarse” del amor de Pedro, después que éste le negara tres veces, me gustaría trasladar la pregunta a cada una de las personas de la Obra que seguramente leerán este artículo...



A ti, supernumerario/a, a ti numerario/a, a ti agregado/a, a ti numeraria auxiliar, a todos vosotros os pregunto: ¿Cómo contestaríais a esta pregunta? ¿Cómo una persona manipulada, controlada y con miedo puede contestar libremente a esta pregunta? ¿Cómo una persona llena de encargos, llena de agobios, atosigada, posiblemente empastillada y adiestrada para seguir las órdenes al pie de la letra puede libremente responder a esta sencilla pregunta?

El control ajeno llevado a cabo con intencionalidad fiscalizadora, difícilmente puede conseguir abrir el corazón de par en par para querer al Señor. Casi me atrevo a cambiar la palabra difícilmente por el adverbio NUNCA. La manipulación, como burda manera de hacerte ocultar tus verdaderos sentimientos, como estrategia para que no te manifiestes tal como eres, en nada te ayuda a amar a Jesús con naturalidad. Seguramente, tus directores/as han empleado contigo más tiempo en enseñarte a amar al padre, al fundador, que en enseñarte a abrir tu corazón a Dios. ¿Tú amas a Dios? ¿Tú te entregas a Dios?

Te invito a que reflexiones en cuantas ocasiones has actuado o actúas con miedo. Miedo que la Obra, por medio de sus llamados “directores” te han infundido y te ha motivado a obrar en función de falsos comentarios de amenaza: “dejar la Obra es dejar a Dios”. Una de las peores sensaciones que puede experimentar el ser humano es el miedo. El miedo paraliza, frena, imposibilita los actos libres. Y el miedo, amigo/a, es lo que vives las 24 horas del día: miedo a demostrar tu amistad sincera, miedo a expresarte como tú eres realmente. ¿Cuánto tiempo hace que no te muestras tal cómo eres?

¿Cuántos encargos te son asignados diariamente con el fin de distraerte? ¿Cuántas veces los has hecho porque te salen del corazón? ¿Realmente te atreves a pensar individualmente? ¿Cuánto tiempo hace que no te sientas delante del Señor para hablarle con TUS palabras? ¿Para manifestarle TUS sentimientos y no los de tu director, que muy a menudo nada tienen que ver con los tuyos?

¿Cuántos agobios diarios te conducen a una angustia continuada que hace que tu mente y tu cuerpo tambalee de tal forma que desaparece en ti la noción de espacio y tiempo y hace que actúes como un verdadero robot a merced de los deseos de tu director? ¿Dónde quedaron tus sentimientos de amor? Sí, los tuyos, los que seguro tienes en algún rincón escondido de tu mente pero que no pueden aflorar ya que te han arrancado este espontáneo deseo que todo humano tiene de demostrar amor. En la Obra este amor, amigo/a, no existe. Existe interés, fiscalización, miedo, activismo infundado, pero ¿amor? No. No existe.

Pasas, amigo/a, buena parte de tu tiempo haciendo, cumpliendo normas. Te pregunto: ¿Por qué las haces? ¿Por obediencia? ¿Porque el director/a nunca se equivoca? ¿Por obligación? ¿Para poner la crucecita? ¿Porque el fundador lo dijo? ¿Te salen de tu corazón abierto? La oración, la misa, la lectura dirigida siempre, el cilicio, el flagelo… De poco sirve todo eso si no hay amor. Dile a Dios: ¡si no tengo amor, nada soy Señor! La presencia de Dios no está en las normas. Está en el corazón. Y las normas ahogan, apagan esta llama de amor que seguro tienes escondida. Las normas controlan tu espíritu y tu cuerpo. Sé libre realmente.

¿Y la charla? ¿Ese mal llamado desaguadero en que una fuerte endogamia reduce cualquier atisbo de libertad? ¿A caso no te das cuenta de que una tríada de control está ejerciendo sobre ti tal influencia que te anula como persona? ¿Acaso no percibes la comunicación descarada de tus confidencias entre tu director, el sacerdote y, si tiene lugar también, el médico psiquiatra? ¿A caso desconoces que todo lo que tú vacías a este “desaguadero” es motivo de charla y “tertulia” entre los miembros del consejo local, donde se airean buen número de tus intimidades? ¿No te das cuenta de cómo estas prácticas, además de ser contrarias a la doctrina de la Iglesia, te manipulan?

¿Cómo un corazón oprimido puede amar? ¿Cómo puedes amar a Jesús si te prohíben hasta manifestar el amor más humano, el amor hacia tus familiares? ¿Cómo puede un corazón que piensa que su salvación depende de su pertenencia a la Obra, estar abierto a dialogar con Jesús y decirle abiertamente que le ama? ¿Cómo puedes pensar que dejar de pertenecer a la Obra significa la condenación? ¿Cómo puedes querer si no eres libre? Dios sólo quiere que le amemos. No pide mucho. ¡Deja que Dios sea Dios! Tú sólo adórale con el corazón abierto y libre.
Dejad arrinconado el miedo. Fuera se puede querer muchísimo más a Dios. Sin intermediarios, Solos tú y Él. Sin controladores. Sin correcciones fraternas del todo inútiles. La libertad es necesaria pues sin ella no podemos elegir. Y amar a Dios debe ser una elección libre de nuestra voluntad y no una obligación impuesta por alguien humano. El amor a Dios es el acto más humilde del hombre que reconoce que libremente ama a su Creador y lo ama hasta la eternidad.

Acabo amigos/as: dejad de confundir al opus dei con Dios. Es Dios quien nos pregunta a ti y a mi ¿Me quieres?

Perladeladriatico







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