Esperanzas ante el nuevo pontificado del Papa Francisco.- Josef Knecht
Fecha Friday, 12 April 2013
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Mucha razón tiene Dionisio en su última aportación (10.04.2013), en la que atempera con realismo las ilusiones que a algunos ha podido suscitar la elección del Papa Francisco. Digo que tiene razón en su realismo moderado porque hasta el momento presente el nuevo Papa se ha limitado a ofrecer palabras y gestos –elocuentes y esperanzadores ciertamente–, pero no ha tenido tiempo para más: sólo palabras y gestos (la única decisión de gobierno relevante que ha tomado en los primeros días de pontificado –que yo sepa– ha sido el nombramiento del arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli). Hay que esperar a lo de veras importante, esto es, a decisiones de gobierno: 1) nombramientos en los puestos claves de la curia romana, 2) nombramientos de obispos en todo el mundo, 3) decisiones que marquen sus líneas de actuación pastoral y evangelizadora y 4) decisiones que impulsen la reforma de la Iglesia que tímidamente inició Benedicto XVI ante graves problemas como el asunto del IOR, las facciones entre los cardenales que desencadenaron el “caso Vatileaks”, las opacidades de algunas instituciones eclesiásticas como el Opus Dei, etc. Mientras estos nombramientos y decisiones no se hagan realidad, no tiene sentido cantar victoria a día de hoy basándose en la falacia emocional del “pensamiento ilusorio” (o “wishful thinking”).

 

Una vez dicho esto, tampoco está mal que la gente se haga buenas ilusiones cuando comienza una nueva etapa en alguna faceta de la vida. ¿Qué es mejor, ilusionarse o ser un cenizo aguafiestas? Prefiero la ilusión. Sin ir más lejos, Atomito ha escrito hace poco (5.04.2013): “Cuando yo estaba en el Opus, allá en los años 70-80, era impensable que un ex-miembro le hiciera un juicio al Opus. Los ex-miembros era gente floja que no había tenido la convicción y empuje suficiente para perseverar. Se habían perdido la oportunidad de seguir perteneciendo a la organización más fabulosa del mundo. Pero hoy día resulta que hay cantidad de ex-miembros que denuncian prácticas inmorales e ilegales de la organización, y que llegan a ganar juicios en tribunales civiles”. La historia da vueltas, y lo que hoy parece imposible se puede hacer realidad más adelante. La reciente sentencia a favor de Catherine Tissier, ex numeraria auxiliar, es una prueba esperanzadora: la cultura contemporánea –y la jerarquía católica debiera tomar nota seriamente de ello– exige absoluta transparencia en el gobierno de las instituciones y la abolición de privilegios anticuados.

 

La figura de “numeraria auxiliar” y la praxis que en el Opus Dei se hace de ella responden precisamente a un modo de operar más bien opaco, unido a una visión aristocrática (y obsoleta) de la vida: unos señores que, disponiendo para su servicio de unas mujeres que se dejan explotar en el trabajo, intentan ocultar o disimular con trapicheos jurídicos esa explotación laboral. Hasta hace pocos decenios, era normal tratar así a las mujeres; pero, a día de hoy, ese trato es inadmisible. Por tanto, la figura de “numeraria auxiliar” resulta contraproducente para la labor evangelizadora de la Iglesia en el mundo actual: seamos sensatos y reconozcámoslo sin paliativos. De ahí que la jerarquía católica debiera tomar nota de ello para aplicar las reformas pertinentes; lo que acaba de acaecer en la justicia parisina con Catherine Tissier no debería pasar inadvertido a los obispos católicos, sino que habrían de tomárselo en seria consideración. La eficacia de la “nueva evangelización” depende precisamente del acierto de medidas de gobierno como estas, para que quede claro que en nombre de Dios no se toma el pelo a nadie.

 

Josef Knecht









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