Era más fácil encontrarlo en Opuslibros...- Arnust
Fecha Monday, 08 April 2013
Tema 140. Sobre esta web


Cuando era director de un centro y a la vez encargado de grupo de supernumerarios, varias veces me topé con comentarios en los que los supers me decían que perdieron sus papelitos de las Preces, pero que no tuvieron problema porque acudieron a Internet y las encontraron en Opuslibros, por lo que las traían impresas.

Igualmente, aprovechaban para leer documentos internos y las notas y criterios, pues muchas veces no recordaban bien su contenido o, de plano, les eran desconocidos. Finalmente, preguntaban con inocencia por qué la obra no les facilitaba estos recursos, y uno, asiduo usuario de las tecnologías de la información, hasta llegó a indignarse cuando le pedí que eliminara las Preces en versión electrónica y se le indicó que era criterio no tenerlas más que en el impreso original, y que cuando se perdiera, las pidiera.

En esta sociedad actual, que ha aprendido y aquilatado la virtud de la transparencia, se vuelve pregunta obligada ¿por qué tanta secrecía por parte de la obra? ¿qué es lo que quieren que no se conozca de su praxis interna? ¿Será el miedo a que se divulguen sus prácticas no muy ortodoxas, especialmente respecto de la dirección espiritual; o bien, se verá como un secreto corporativo, para mantener una ventaja competitiva sobre otras instituciones y evitar así que el mensaje de Cristo se propague por medios que no sean los de la Obra?

Si los libros clasificados en 4-5 no pueden leerse salvo con permiso de los directores, pues entrañan graves riesgos para la fe y la vocación, entonces, los documentos de gobierno podría otorgárseles tal calificación, ya que se guardan en secreto, no puede leerlos aquella gente que los directores mayores no designan para ello mediante un nombramiento, y quien los lee, suele descubrir cosas que ponen en entredicho su vocación y la sobrenaturalidad de la trasnacional en la que está metido.

Un abrazo a todos,
Arnust, el joven.

PD.  A veces veo a la gente de la obra como polluelos dentro de un huevo, y estoy convencido de que es necesario que sean ellos los que rompan el cascarón. Cuando uno intenta forzar las cosas, hay un mecanismo que refuerza las convicciones adquiridas bajo la premisa de que se trata de un ataque demoníaco; incluso el mecanismo intenta evitar que la conciencia despierte, grabando en piedra durante la formación inicial, que las tentaciones contra la fe, pureza y vocación se rechazan con un manotazo; esto impide pensar por uno mismo inclusive en los periodos de supuesto discernimiento. Creo que hay dos cosas que son las que hacen despertar al inquilino del huevo: una de ellas, la evidencia de los hechos cuando se confronta con lo adoctrinado, y la otra, cuando surge el verdadero amor y se contrasta con la supuesta "aristocracia del amor".









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