La franqueza no destruyó nuestra amistad. Para Mari Mar.- Frida
Fecha Tuesday, 29 June 2004
Tema 060. Libertad, coacción, control


Querida Mari Mar,

¿quieres el parecer de una persona poco diplomática? Díselo, rotundamente, a tu amiga agregada que no quieres confesarte. Con garbo pero con firmeza. No tendría sentido hacer lo que ella te pide si no estás convencida de ello: no puedes dejar de ser tú misma para salvar una amistad. ¿Y qué amistad sería? Si tu amiga insiste, es ella la que se equivoca, porque no se sacuden a las personas en el confesionario.

Hace muchos años, cuando era una joven y obtusa numeraria, me ocurrió exactamente la misma cosa. Segura de hacer bien, atormenté a una amiga para que se confesara cada siete días. Pero mi víctima era un hueso duro y me contestó: "Me confieso cuando lo necesito. Basta ya". A. aquel punto, depuse las armas. Más bien, siendo sincera, también tuve un poco de envidia porque en el fondo habría querido hacer como ella, en lugar de entrar en confesionaio todas las semanas para cumplir con la "lista de espera."

Su franqueza no destruyó nuestra amistad porque, viviendo en una residencia universitaria, compartimos una cotidianidad hecha de noches de insomnios, de exámenes mal hechos y de risotadas ahogadas en el oratorio durante la meditación. Eso fue lo que nos unió: hacer cada una las cosas a su manera, no tener que actuar de la misma forma.

Por tanto, Mari Mar, no tengas miedo de decir lo que piensas a tu amiga. Arriesga. Si la pierdes, mejor así porque no era una amiga.

Con cariño, Frida

El correo original en italiano(...)


Cara Mari Mar,

vuoi il parere di una persona poco diplomatica? Diglielo, chiaro e tondo, alla tua amica aggregata che non vuoi confessarti. Con garbo ma con fermezza. Non avrebbe senso fare quello che lei ti chiede se non ne sei convinta: non puoi calpestare te stessa per salvare un'amicizia. E che amicizia sarebbe? Se la tua amica insiste, è lei che sbaglia, perché non si sbattono le persone nel confessionale.

Molti anni fa, quando ero una giovane e ottusa numeraria, mi capitò esattamente la stessa cosa. Sicura di fare del bene, tormentai un'amica perché si confessasse ogni sette giorni. Ma la mia "vittima" era un osso duro e mi rispose: "Mi confesso quando me la sento. Basta". A quel punto, deposi le armi. Anzi, ad essere sincera, provai anche un po' di invidia perché in fondo avrei voluto far come lei, invece di entrare in confessionale tutte le settimane per fare la "lista della spesa".

La sua schiettezza non distrusse la nostra amicizia perché, abitando in una residenza universitaria, condividevamo una quotidianità fatta di notti insonni, di esami andati male e di risate soffocate in oratorio durante la meditazione. Era quello che ci legava: fare le cose insieme, non pensarla allo stesso modo. Perciò, Mari Mar, non aver paura di dire ciò che pensi alla tua amica. Rischia. Se la perdi, meglio così perché non era un'amica.

Con affetto,
Frida





Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=2095