Querida Maripaz,

Anoche he leído “tu historia” de un solo tirón. Me estremecí en cada párrafo. Cuando la escribiste en capítulos hace un tiempo, yo iba leyendo cada uno de ellos sin dejar de asombrarme, pero leerla como lo hice anoche me ha hecho pensar, reflexionar, llorar, cuestionarme tantas cosas… y hasta ahora no se me quita de la cabeza tus momentos vividos en la Obra desde que eras una chiquilla. Déjame decirte que no sólo te admiro, quisiera quererte y ya te quiero como tú has querido y amado en tu vida.

Somos quasi contemporáneas, si mis cálculos no fallan te llevo un año de delantera. Me ubico muy bien con las situaciones y circunstancias que relatas en tu historia. Expresas tan bien tus vivencias, tienes tan buena pluma que al leerte me ha quedado el sabor de haberte conocido personalmente.

No sé cómo te caerá el hecho que te escriba esta carta. Quizás no la aceptes aunque algo me dice que la leerás con el gran corazón que tienes. Sin hacer una crítica a las personas que te hicieron sufrir y que dejaron que tu vida se hiciera pedacitos sin tomar en cuenta lo que te pasaba, todo cae por su propio peso y al final Dios es quien juzga, yo quiero pedirte perdón. Estoy segura porque tienes un corazón de oro de que has perdonado y no guardas rencor alguno pero aún así no quiero de dejar de pedirte perdón y te lo digo por segunda vez.

Conozco el carácter y genio español, tan distinto de los latinoamericanos! En mi entorno no se ha dado caso como el tuyo, al menos no tengo conocimiento, o quizás alguna se fue antes de romperse. Las primeras que llegaron a mi país, como en casi toda Latinoamérica eran españolas. También yo era una chiquilla cuando me hice de la Obra, tenía los mismos años que tú, y cuando conocí a quienes me “formaban” en Casa, lógicamente les tenía un cariño enorme pero había una, una que fue la directora de mi Centro de Estudios, ella era latinoamericana, de mi país. De ella aprendí lo que no aprendí de las demás. Me formó en una total libertad de espíritu. Yo también viví mis intríngulis que duraron años y también como tú reaccioné a los 50 pero tomé otro camino, el de quedarme en la Obra enfrentando hechos con los que no estaba de acuerdo. Con esto no te digo que yo hice bien y tú no. En absoluto. Tú tomaste una decisión costosa por lo tanto valiente, era lo que más te convenía y era lo que Dios quería para ti. Para mí, Dios quería otra cosa, yo lo veo así.

Aquí termino, Maripaz. Tenía que escribirte, no en privado, esta carta la podrán leer muchos (in y ex) lo he decidido así puesto que ”tu historia” también está al alcance de todos. Me gustaría que personas que están en la Obra la lean y que manifiesten su parecer. Ruego a Agustina que ponga el link para que todos puedan llegar más fácilmente a tu relato.

Te doy un fuerte abrazo y un deseo de que aproveches cada segundo y sigas disfrutando de la vida como lo vienes haciendo, eres una gran lección para todos.

Calandria