La confesión con sacerdotes de fuera de la Obra.- Aquilina
Fecha Monday, 18 February 2013
Tema 010. Testimonios


Con referencia a la intervención de Enrique el pasado lunes 11 de febrero, quiero añadir mi testimonio a los de quienes ya contestaron a la tesis defendida por Enrique, pués me parece que por las circustancias que voy a explicar ese testimonio mío pueda tener expecial gravedad.

Como ya conté en circustancias anteriores, desde 1980 hasta 1985, desde mis 25 hasta mis 30 años, fuí vocal de san Rafael en la asesoría de mi país. Nunca fuí muy enterada de circustancias de gente de la obra, sea de san Miguel o de san Gabriel. En muchos momentos percibía a mi alrededor cierta circuspección para que no me enterara de las circustancias personales de la gente de dentro. Quizá fué tan solo una paranoia mía la que me hacía percibir esa actitud hacia mí, pero lo cierto es que, no obstante mi encargo de directora mayor, muy raramente llevé charlas de numerarias y menos aún de supernumerarias. De vez en cuando sentía cierto sufrimiento por esta forma de falta de confianza total, pero estaba programada para pensar que se trataba de tentaciones de orgullo y luchaba por pasarlos por alto. Lo mío era empujar el apostolado y el proselitismo de la región, y yo intentaba ser fiel a la misión que me habian confiado dentro de mis limitaciones personales...  



No obstante, era imposible que no me enterara de situaciones concretas que salian en las reuniones plenarias según una logica (algunas sí, otra quedaban por discutir en reuniones más reducidas) que nunca llegué a entender. Y dentro de estas situaciones, recuerdo muy distintamente por el impacto que me causó y que por cierto contribuyó al estallar de mi crisis vocacional después de una temporada, una que resulta ser paradigmatica por lo que se refiere a la praxis que se seguía en la época (recuerdo que nos colocamos en la primera mitad de los años ’80) cuando pasaba que algun miembro de la obra se confesara con un sacerdote de fuera.

En el verano, encontrandose en su lugar de vacaciones lejos de cualquier centro de la obra, una supernumeraria decidió cumplir la norma de la confesión semanal con un cura del lugar que no tenía relación con el opus, y después lo comentó en su charla con la numeraria. Esta actuación fué objeto de analisis y de decisiones en esa reunion plenaria de la asesoría presidida por el vicario, y la decisión que se tomó fué de darle un aviso severo a la supernumeraria de que no volviera a actuar nunca más de esta forma, y se le castigó imponiendole de no comulgar por cierta temporada (como una semana, o algo así).

Esta cosa me traumatizó, aunque, como he contado en intervenciones anteriores creo que el adoctrinamiento recibido en el opus, habia de alguna forma conseguido interrumpir unas sinapsi que de forma natural me hubieran enfrentado de forma critica hacia determinadas actuaciones. Frente a estas situaciones era como si se me interrumpiera el pensamiento critico y no lograra acabar el recorrido racional que me llevaba a meter en tela de juicio la actuación de los dirigentes del opus. Pero recuerdo muy claramente haber pensado que, si me hubiera encontrado yo en el lugar de esta supernumeraria, quizà me habría rebelado y no habría logrado aceptarlo y perseverar.

Lo que me parece importante es que en este caso no se habla de una actuación personal de una directora extremista que interpretaba a su aire el espiritu de la obra, sino de una decisión colegial tomada por las máximas autoridades de la obra en un pais, según la mente del prelado. Y que el sacramento de la penitencia tuviera una importancia relativa en la mente del fundador (siempre que no sirviera para controlar la gente de dentro) me parece que se evidencia también en lo que dejó como criterio y que se encuentra en el Vademecum de Sacerdotes:

"Siempre se ha vivido, hasta en el detalle más pequeño, esa distancia —cincuenta mil kilómetros— entre los varones y las mujeres de la Obra, sin consentir nunca, por ningún motivo, la más pequeña excepción a este principio tan claro del espíritu del Opus Dei; y esto se aplica, con más rigor si cabe, a los sacerdotes. Nuestro Padre comentó alguna vez que prefería que sus hijas murieran sin los últimos sacramentos —porque estaba cierto de que aun así morirían como unas santas—, a que los sacerdotes fueran sin necesidad a los Centros de mujeres."

Aunque se trate de situaciones distintas, es muy dificil, leyendo esas palabras, admitir que las directrices que se dan en la obra y que llegan del fundador obedecen en general al “mero sentido común”, como afirma Enrique Lorente en su intervención: no es de sentido común no facilitar de cualquier forma, a quien lo desee en un momento tan trascendente como lo de su muerte que se va acercando, la asistencia y el conforto de un sacramento.

Esta es la realidad en los años ’80, hace más de 30 años, cuando aún Enrique Lorente no se encontraba en el opus y sin internet no existía la posibilidad de que la gente comunicara su experiencia con libertad y facilidad. Otra cosa es que ahora muchas praxis vayan cambiando por la imposibilidad de defender determinadas actuaciones frente a las multitudes internas y externas, pero no me extrañaría que categorias de personas con menor facilitad para acceder a estas formas de libertad (por ejemplo la mayoría de las numerarias auxiliares) sigan bajo los dictamenes de ese antiguo régimen. En cualquier caso, aunque eso no fuera como yo lo imagino, lo cierto es que esta es la realidad que se vivió a lo largo de decadas dentro de la obra, y por cierto lo que vivimos muchos que aquí contamos nuestro paso por el opus.

Y para acabar quiero comentar que me asombra como, después de tanto intervenir más o menos correcto, más o menos critico y más o menos educado de fieles de la prelatura en Opuslibros, aún haya personas que empiezen o concluyan su intervención con frases por el estilo de Enrique: “Espero que tengan la objetividad necesaria para publicar estos comentario”. Aquí se publica de todo y se puede averiguar a menudo, casi cada semana. Puedo equivocarme, pero me dió la sensación de que Enrique no es un lector habitual de OpusLibros y escribió porque alguien le encargó de hacerlo…

Aquilina







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