El centro de estudios como huída hacia adelante.- Pinsapo
Fecha Friday, 15 February 2013
Tema 010. Testimonios


VIAJE DESDE GRAZALEMA A LAS PLAYAS DE CALAIS


I. Etapa feliz en el club “El Pinsapar” y otras aventuras

II.- Que es lo que nos atrapa de esta web y música como método para sanar

III. Rápida y fácil entrada: así se las ponían a Fernando VII

 

 

Colegio Mayor Alborán

 

 

IV.- El centro de estudios como huída hacia adelante.

 

Según el periodista Márquez Reviriego en la península ibérica solo existen dos capitales imperiales: Lisboa y Sevilla, debido a su gran desarrollo como centro de operaciones de los territorios de ultramar en el Nuevo Mundo. Con respecto a la implantación de la obra en la mitad sur de España ostenta la capitalidad la ciudad de Sevilla, siendo en los años 80 el único centro de estudios y joya de la corona de la delegación el Colegio Mayor Almonte, cuando en la mitad norte del país existían ocho centros de estudios: Madrid (2), Valencia, Barcelona, Pamplona, Zaragoza, Valladolid y Santiago de Compostela. En el Sur el mayor desarrollo de la obra se daba en Sevilla, y en menor medida en Granada y Córdoba, siendo testimonial en ciudades pequeñas como Almería, Huelva o Algeciras, y peculiar en las reservas espirituales de interior como Jaén o Badajoz, donde la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz ostentaba un gran desarrollo; siendo escasa la labor en Málaga a pesar de ser la ciudad de mayor empuje industrial, económico, empresarial y turístico de zona, o más bien tal desarrollo no lo facilitaba su impronta de modernidad contrapuesta al apego a sus costumbres y tradiciones del pueblo andaluz...



Como capital de la región Bética, en los últimos años del Imperio Romano Hispalis era la undécima ciudad del mundo, ciudad refundada en el año 206 a.C. por Julio César a imagen de Roma tras expulsar a los cartagineses; y previo saqueo de los vikingos a mediados del siglo IX fue capital del Imperio Almohade en la Al-Andalus musulmana. Tras la conquista en 1.248 por el Rey Santo Fernando III, se incorpora a la cristiana Corona de Castilla con un puerto con activa colonia de mercaderes genoveses, pero fue a partir del descubrimiento de América en 1.492 cuando Sevilla se convierte en el centro económico del Imperio español, experimentando en el siglo XVI un gran desarrollo que la convierte en un centro multicultural como capital creativa del Siglo de Oro español.

 

Conté en el primer capítulo que en el año 1.554 se adquirieron 98 docenas de tablas de Pinsapos para usarlos en los compartimentos de los buques de la flota andaluza que integraría la Armada Invencible, y del mismo modo, en el centro de estudios de Sevilla todos los meses de julio se llenaban sus 98 habitaciones, pues en invierno la ocupación oscilaba entre 50 a 60, cerrándose el largo pasillo de la segunda planta que por ello se llamaba “el kilómetro”, pues para los semestres acudían las nuevas promociones de chicos de 18 años preuniversitarios no solo de los ocho centros de bachilleres de Sevilla, Córdoba, Jerez, Cádiz, Algeciras y Badajoz; sino los de la zona oriental de Granada, Jaén, Málaga y Almería.

 

Salvo algunos días infernales de más de 40 grados a la sombra, se llevaba bien el verano en Sevilla gracias al aire acondicionado y la piscina, a pesar del apretado horario con madrugón para oración, misa, desayuno, charla, catecismo, dos clases de filosofía tomista, ensayo de coro, catecismo de la obra y católico, comentario de carta del padre, latín, oración de la tarde, y dos tertulias diarias; dejaban el tiempo “libre” reducido a la mínima expresión, hora y media por la mañana y otro tanto por la tarde, y en el había que introducir el apostolado epistolar, el estudio, visitas apostólicas, encargos materiales, lectura espiritual o de la otra, confesión semanal, etc... Pero los ratos de deporte, excursiones semanales y confraternización con los iguales de tan diferentes lugares, hacía de los veranos una experiencia única; sin desmerecer las tertulias de los Profesores de filosofía Arellano y H. Pacheco, de Derecho Murga, de Historia de América Paulino Castañeda; así como del ilustre vecino del chalet de al lado P. Colón de Carvajal, descendiente del Almirante, y el rector comunista Pérez Royo.

 

En uno de los veranos de finales de los años 80 le dije a mis padres que me iba al centro de estudios como mis hermanos. Poco dado a las explicaciones sobre la divinidad de la llamada, al ser inquirido por mis progenitores si era consciente del trascendente paso que iba a realizar en mi vida, me negué a ninguna conversación extensa limitándome a afirmar que no hacía otra cosa que la que habían hecho mis hermanos. Al retrasarme varios días en mi marcha, el director del centro de origen, extrañado por mi presencia, me dijo que no quería verme más, a modo de fría despedida, pero como están proscritas las despedidas, los sentimientos y la memoria; me marché de allí para Wespoint, con la tierra quemada de mis antiguas amistades de la infancia totalmente desconectadas, y la eliminación de habitación propia en casa de mis padres, pues una oportuna mudanza hizo que ya no hiciera falta asignar dormitorio al numerario que nunca volvería. ¡Eso es quemar las naves y no lo de Hernán Cortés en la conquista de México en 1.519 para dejar claro que la retirada es imposible! (Excurso: gran lección en este punto de Benedicto XVI, cuando la retirada no solo es posible sino obligada, aunque nunca “se hubiera hecho así desde siempre”).

 

Nuestro centro de estudios se sitúa en la residencial Avenida de La Palmera, zona de expansión que la ciudad agradece a la exposición iberoamericana de 1.929, situada al sur en la salida hacia Cádiz, lugar espectacular y luminoso del urbanismo de Sevilla donde también se encuentra el centro de estudios femenino Alborán, la escuela femenina de secretariado Albaydar y Colegio Mayor abierto Guadaira, sin olvidar el gran estadio Benito Villamarín, desde donde en 1.989 llegaba el sonido del inolvidable concierto de Mecano a oídos de los residentes de Almonte que, desde los tejados a los que se accedía desde el estudio de Arquitectos, algunos disfrutamos a la luz de las estrellas en tan privilegiado palco de una noche en el paraíso. En dicha avenida estuvo la Casa Seras, residencia de la universidad donde vivieron los primeros numerarios de Sevilla y donde se hospedó el Fundador. Mención aparte merece el Colegio Mayor Alborán, la casa palacio Moreno Calvo, nombre que debe a su antiguo propietario, diputado liberal republicano, hijo predilecto de Sevilla en 1.934 y desposeído del título en 1.936, siendo su antigua casa otra joya arquitectónica de principios del siglo XX que aúna el modernismo y regionalismo, reformado completamente en su interior en 2.012.

 

Tan precioso lugar sede de cuatro grandes centros de ambas secciones, impacta a cualquier persona y más si es de fuera, pues los forasteros con intención de vivir temporalmente en Sevilla, al quedarse prendados en esta ciudad, suelen decidir quedarse en esta tierra de por vida. Pocos conocen la historia de la comitiva japonesa que en 1.614 arribó a orillas del Guadalquivir bajo el mando del samurai Hasekura, para visitar al rey Felipe III y al Papa Paulo V, pero antes de ir a Madrid, debieron resolver en la Casa de la Contratación de Sevilla negocios con las Indias Occidentales (América) y, al terminar su misión por Europa en 1.620 antes de volver a Japón, parte del séquito prefirió quedarse a vivir a orillas del Guadalquivir, por lo que unos 600 habitantes de Coria del Río llevan el apellido Japón.

 

El sochantre de la catedral de Sevilla pertenecía a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y durante un tiempo fue el profesor del coro, hasta que fue desplazado por el numerario experto musical para no desviarnos de los cantos gregorianos y canciones de casa en castellano antiguo como “Tan buen ganadico” (buenos sí que éramos, ¡y jóvenes borregos también!), pero era un respiro de aire puro, un cura de los de verdad, que insuflaba ánimos a los cantores, agotados por tan estresante agenda y madrugones: ¡Bramad, como braman los béticos! Era domingo y el goleador Pepe Mel, actual entrenador de éxito, hacía de las suyas.

 

La Novena a la Inmaculada era predicada por el capellán del centro de estudios para todos los centros de Sevilla, y los que cantábamos en el coro acompañábamos con nuestro gregoriano, en el coro de la majestuosa Iglesia de la Magdalena, modelo del barroco sevillano de principios del XVII y cuyo origen era el convento dominico donde se ordenó el trianero Bartolomé de las Casas. Eran divertidas las homilías de nuestro capellán, dado que incluía bromas “en clave” que sólo entendíamos los del centro de estudios, pero al reírnos a carcajadas el resto de los feligreses nos miraban con cara de asombro. En tan majestuoso templo se dio otra lección de las diferentes “sensibilidades” que se daban entre los jóvenes numerarios: el héroe guaperas con gomina de la Bahía de Cádiz con prendas de corte marinero que, al ver entrar en la Iglesia a un mendigo borracho y harapiento soltando exabruptos, le flanquea el paso señalando con el dedo como Colón hacía apuntando hacia América, exhortándole a marcharse: ¡fuera de este lugar sagrado!" Esto rebrincó más al borrachín cuyos gritos empezaron a retumbar por todas las bóvedas, siendo resuelto satisfactoriamente tal embrollo con la actuación del numerario contestatario natural de la zona minera de Linares, de aspecto desaliñado, prosa a lo Paco Umbral y versos de la escuela del cantautor Sabina, que echándole el brazo por el hombro al mendigo se lo llevó hacia la puerta diciéndole: ¡vámonos fuera a por unas litronas, que esta gente está colgá!

 

En Almonte el encargo rotatorio de pasar dos horas en la portería del colegio atendiendo la puerta y el teléfono, yo me lo tomaba en serio, no parando hasta localizar a los numerarios perdidos por las esquinas para gozo de alguna madre protestona que pocas veces conseguía que su hijo se pusiera al teléfono. Entre tantos numerarios jóvenes sin la fidelidad hecha, el ir y venir era constante, y la sangría de altas y bajas incontrolables, ante la inexistencia de despedidas y de teléfonos móviles o internet, recuerdo en portería haber sorprendido a un caído maleta en ristre y rostro lloroso, abandonando el barco, y aunque solían aconsejarse horas sin testigos para las furtivas salidas, no pudo evitarse la ausencia total de testigos de la escena. El chico es ahora sacerdote diocesano y para dar con su camino verdadero no paró hasta entrar en uno de los seminarios tradicionales de Toledo, pues teniendo clara vocación sacerdotal desde la adolescencia, huyendo del denostado aperturismo del seminario de Sevilla, afirmaba aliviado: ¡en mi seminario meditábamos con la imitación a Cristo de Kempis, Camino lo leían los frívolos!

 

En este encargo de portería se practicaba el disimulo y la mentira con quienes incautos venían pidiendo plaza para sus hijos que comenzaban los estudios universitarios en Sevilla, pues primero había que decir que no se había abierto el plazo de inscripción (mayo y junio) y luego que ya se había cerrado tal plazo y todas las plazas estaban cubiertas (julio y agosto). En una de esas acudió un padre poco orientado que dijo ser hermano de quien fue presidente socialista de Andalucía durante casi veinte años, por cierto nacido en Ceuta e hijo de un coronel de infantería franquista, y al decirle yo a primeros de julio que todas las plazas estaban ya cubiertas para el próximo curso, me refirió su parentesco con el jerarca del régimen y me hace saber que si consigo “colar” a su hijo no me faltaría trabajo al acabar la carrera y no me faltaría de nada en el futuro. Con una sonrisa cínica, haciéndome el sobornado, le contesté: “no se preocupe, haré todo lo que pueda por ser quien es su hermano.” Rellené sus datos, y cuando salió, tiré el papel a la papelera, y hasta hoy, a nadie conté dicha inverosímil “anésdota”.

 

Por salud mental nuestra selectiva mente rememora con detalle los buenos momentos, aunque se echaban de menos el paseo semanal y la excursión mensual, que durante el curso era imposible en Almonte, y los amantes del aire libre añorábamos esos paseos aprendiendo de la sabiduría oriental de Sepu por el sendero del Pinsapar que acaba en Benamahoma; por lo que nos conformábamos con los “chous” o festivales, tanto “internos” como los que se hacían en la fiesta de padres de verano, donde a algún hermano menor se le daba cancha si era espontáneo y gracioso, como el agitanado jerezano de seis años que se empeñó en coger el micrófono en el precioso jardín rodeado de palmeras para contar un chiste que descompuso la cara de palo de algún director con poca correa. El chiste trataba del niño que va al supermercado enviado por su madre para comprar salchichas, y al haberse agotado las existencias, no se le ocurrió otra cosa que utilizar unas tijeras, cortarse “algo”, y decirle a su mamá ¡que suerte, he comprado la última “sharshisha” que quedaba!

 

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