El amor de Oscarín.- Josef Knecht
Fecha Friday, 15 February 2013
Tema 110. Aspectos jurídicos


Querido Oscarín:

 

Cito un párrafo de tu vivaz y simpático escrito del 13.02.2013, para luego comentarlo:

 

“En otro orden de cosas, personalmente me da exactamente lo mismo que seamos Prelatura personal, nullius, o hermandad. Soy abogado desde hace muchos años, y tengo la convicción de que la ley humana siempre queda corta cuando intenta constreñir en cánones el amor. Por ello, tales disquisiciones y debates me parecen vacíos y totalmente desenfocados”.

 

En realidad, no deberías dirigir esas palabras, tan contundentes y sinceras, a los usuarios de Opuslibros, sino al propio fundador del Opus Dei, a don Álvaro del Portillo y a tantísimos canonistas del Opus que han entregado cuerpo y alma a batallar por la “intención especial” durante un montón de años de sus vidas. Es a ellos, los verdaderamente interesados y promotores, a quienes deberías dirigir tu reproche, que casi suena a desprecio. Por cierto, esa batalla aún no está definitivamente ganada por el Opus, ya que numerosos especialistas, comenzando por quien fue el cardenal Joseph Ratzinger, sostienen que las prelaturas personales no son lo que equivocadamente opinan los canonistas del Opus al respecto.

 

Resulta chocante que un abogado como tú menosprecie la relación entre derecho y amor, porque precisamente en esa relación se fragua la esencia del derecho. En la España actual se está debatiendo si la tauromaquia debe salir de los controles policiales y de orden público del Ministerio del Interior, donde ahora se ubica, para pasar a encuadrarse en el Ministerio de Cultura; el debate pretende elevar las corridas de toros a la categoría de “bien cultural”, porque a día de hoy aún no lo son, o, por el contrario, prohibirlas del todo por su excesiva peligrosidad, motivo por el cual han estado controladas por el Ministerio del Interior hasta la actualidad. Es un debate jurídico, motivado por el amor con que los profesionales y aficionados viven “su” tauromaquia y la defienden a uñas y dientes (o a cornadas, habría que decir en este caso) frente a los adversarios. Por tanto, pertenecer a un ministerio o a otro, ser instituto secular, prelatura personal, nullius o hermandad no es una cuestión baladí, vacía o desenfocada, para quien ama lo suyo: ¿amas de veras tú el Opus y, a la vez, aun siendo abogado, te resulta indiferente la cuestión jurídica a la que tus superiores se han entregado con cuerpo y alma? ¿No será más bien que el Opus que te imaginas y amas en tu noble corazón no es el real? ¿No será que vives en una nube más gaseosa que amorosa, sin los pies puestos en la tierra, de manera que te da lo mismo ser “chicha que limoná” en el plano jurídico?

 

Te hago estas preguntas porque la versión oficial del Opus Dei y su vida real son tan distintas, que es fácil encontrarse ahí dentro gente buena que, por creerse a ciegas la versión oficial e interiorizarla, generan una psicología que no sabe distinguir entre la quimera y la realidad (Calandria nos ha dado un testimonio de ello con sus repetidas intervenciones en esta página web). En cambio, tanto los defensores como los detractores de la tauromaquia, que saben muy bien qué es lo que aman, no incurren en esa ingenuidad fideísta o alienante, sino que combaten con los pies apoyados en la arena para encarar bien los embistes. Un abogado como tú debería sentir y comportarse como estos últimos y no como un ensoñador que ¿ama?

 

Termino contándote un chiste que escuché en mis años de Pamplona. Pasadas las fiestas de los sanfermines, dos amigos se encuentran por la calle hacia finales de julio; uno de ellos camina maltrecho y vendado, apoyándose en una muleta. Su amigo le pregunta: “¿Cómo te has lesionado?” Le responde: “Me andaba yo borracho por la calle durante las fiestas y de repente vi frente a mí dos toros que me embestían y dos farolas; y tuve la mala suerte de que me subí a la farola que no era, mientras me pilló el toro que era”. Reconozco que es un chiste malo, pero también hay que reconocer que la vida de aquellos a quienes el proselitismo del Opus ha embestido se asemeja a la de ese hombre lisiado, que se subió a lo que no era (versión oficial) y le pilló lo que era (vida real del Opus).

 

Un abrazo

 

Josef Knecht









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