DIEZ SUGERENCIAS AL OPUS DEI
Cuando era numerario (y con más de veinticinco años en la noria) envié un escrito a los directores sobre algunas cuestiones que no marchaban. Lo hice con el afán (ingenuo de mí) de colaborar. La consecuencia de mi escrito fue que al año siguiente dejé de ser subdirector, me cambiaron de centro y fui apartado de todos los encargos de formación. Nadie me hizo ningún comentario. Fue entonces cuando comprendí que ya no había nada más que yo pudiera hacer allí y comencé los trámites para irme. Y me fui, con escasa resistencia por parte de los directores que un año atrás me manifestaban su confianza y aprecio. Supongo que se alegraron de que me fuera.
Dejo los puntos que señalaba entonces (me gustaría que lo leyeras, Calandria). Este es el escrito "en crudo". Cuando lo envié, lo maticé, pero igual cayó muy mal. Al leer escritos aquí publicados, veo que no fui nada original en mi planteo. Y al leer a quienes escriben desde dentro, veo que nada ha cambiado. Aquí van:
1) Dejar de usar la expresión “nuestro Padre” para referirse al Fundador. Esto distorsiona su figura y la convierte en objeto de culto. Muchos de casa (me incluyo) han perdido afecto por él: es admirable, pero no amable y mucho menos, imitable.
2) “Las normas son lo primero”: error, lo primero es el Amor. Por sostener fórmulas como estas nos estamos convirtiendo en fariseos. Es penoso ver lo complicada que resulta la vida interior de muchos de casa.
3) Replantear la pastoral vocacional (es mejor usar esta expresión que “proselitismo”). No hacer planteo vocacional a adolescentes que apenas entraron en la pubertad. Buscar a quien realmente tenga vocación y no a los fáciles. Cuidar a los de dentro, especialmente a quienes ya no tienen cargos en la Obra: se sienten olvidados.
4) Claridad con los que se acercan a la Obra acerca del período de discernimiento de su vocación. Hay mucha manipulación y amenaza con las vocaciones recientes.
5) Evitar los dobles mensajes. Hemos hecho un verdadero culto a la hipocresía en los últimos años. Ser sencillos y honestos en la comunicación interna. A veces tenemos que hacer malabarismos para justificar las decisiones de gobierno.
6) Replantear la dirección espiritual: adecuarse a las enseñanzas de la Iglesia.
7) Libertad. Está todo tan predeterminado que el único espacio que hemos dejado a la libertad es “querer hacer lo que está mandado”. Esto puede funcionar por una temporada, pero a la larga enferma a la gente.
8) Abandonar el maquiavelismo: “El fin justifica los medios”. Que a los directores centrales se les haya ocurrido una idea no significa quebrar principios para darles satisfacción.
9) Se ha hecho una obsesión de la corrección fraterna, en desmedro de la verdadera fraternidad. Tienen buen espíritu los que corrigen constantemente las faltas al reglamento. Hemos logrado desnaturalizar las relaciones entre las personas de casa.
10) Reconocer errores. Hemos hecho muchas cosas mal y no hemos pedido perdón por ninguna.
Bolter
