El Amor de Dios.- Carmen Charo
Fecha Monday, 07 January 2013
Tema 900. Sin clasificar


Feliz Año Nuevo para todos!!

 

Por lo menos ahora que comenzamos una nueva etapa quiero dejar un poquito a un lado la denuncia de la perversidad del Opus Dei, que sigue siendo necesaria, porque ya vemos que no sólo no se ve la luz sino que aumentan las tinieblas.

 

Por lo menos hoy quiero poner mi granito de arena y haceros participes de un texto que me ha llegado y que llena el alma de paz y confianza, algo que algunos de los que hemos pasado por el Opus Dei hemos perdido de forma dramática, y en mucho casos para nunca más volver.

 

Me uno a sus palabras, y creo que éste es el Dios que nos ha dado la vida y nos la renueva cada día.

 

Un fuerte abrazo

Carmen Charo

 

DIOS Y YO (Xalbador)

 

Como vine al mundo de unos padres de gran fe,

me educaron en el conocimiento de la ley de Dios;

era tan ferviente el ardor de los hombres de Iglesia de aquel tiempo,

que decían que el obrar mal conducía al infierno,

que me introdujeron hasta la médula el temor a Dios.

 

Tengo que decir esto desde el comienzo a los oyentes:

por encima de todo tendía a lo más fácil;

la debilidad ha sido mi dueña desde entonces;

por todos los consejos recibidos y por el temor a Dios,

nada me ha apartado nunca de mi ser pecador.

 

Siempre que trasgredía la enseñanza de la ley,

me encontraba asqueroso a los ojos de Dios,

me parecía que había perdido para siempre su esperanza en mí;

he vivido forzosamente a disgusto, lleno de arrepentimiento,

sin haber nacido en lugares donde no saben nada de Dios.

 

Aquellos ardientes curas fieles tenían esas maneras,

de sus bocas no fluía mucho amor tierno;

los perfiles que le aplicaban a Dios me estaban cegando,

incluso la belleza misma del cielo me dejaba muy frío,

ya que sólo veía el horno rojo del castigo.

 

Ahora, Señor, no sé si has cambiado tú o he cambiado yo,

pero ya no apareces en mi interior con los rasgos de antes;

te doy gracias ardientemente por lo que me está pasando,

había empezado a aburrirme de aquella frialdad entre nosotros,

querido Dios, ya era hora de que alguna vez fuéramos amigos.

 

Desde que me he hecho tu amigo no hay cansancio para mí,

tu mirada tierna me ha llenado de confianza;

en mi interior no te demando nada,

ni para que alejes el castigo, ni para pedirte premio;

hoy no te pido nada más que amor.

 

Inquieta alma mía que no ha gozado nunca de paz,

el agua buena que ha bebido el corazón ha apagado tu sed,

el mismo Dueño de todas las buenas aguas te ha dado la medida; he ahí una verdad que nos ha puesto a la vista el amor:

que a sus pies nos brota la fuente de la paz.









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