¿Cristianos corrientes?.- H.A.
Fecha Sunday, 27 June 2004
Tema 010. Testimonios


¿cristianos corrientes?

Si alguna idea tuve clara desde antes de pedir la admisión como numerario el 2 de febrero de 1963, es que éramos cristianos corrientes. Conforme me iba enterando de qué iba la cosa, me consideraba cada vez menos corriente. El plan de formación inicial insistía en la secularidad, y yo me hacía unos líos tremendos para no encontrar una disparidad esencial entre lo que me contaban y lo que veía.

Recuerdo que un día, en la sala de estar junto a dirección en el Colegio Mayor Miraflores, mientras Carlos A. nos daba una charla a los recién pitados, apareció Alejandro C. -el director-, quien, sin decir palabra, se sentó en un sillón y puso la cabeza entre las manos, inclinado hacia adelante. Como a los cinco minutos seguía igual, pregunté en voz baja si eso que estaba haciendo el director era "el silencio mayor" del que había oído hablar sin saber muy bien de qué se trataba. ¡Estaba haciendo la oración!

Luego, las fastidiosas horas santas, con meditación, bendición, antes el rosario, antes la meditación de la mañana y la misa, la lectura, el evangelio, las preces, el examen, el trium puerorum, el martes el salmo dos, el jueves el adorote de vote... y así cada vez con más devociones y puñeterías, añadidas a la lista de mortificaciones pequeñas, las jaculatorias como mantras, dormir en el suelo un día a la semana, el cilicio por la tarde, las disciplinas, la corrección fraterna, la confesión, la charla de conciencia, el dar buen ejemplo, no hablar con las compañeras.... en fin, que si eso era ser una persona corriente sería en la mente del inventor del asunto que no había conocido otro ambiente que el de su santa casa y el de los seminarios de Logroño y Zaragoza. Y cuando me marché, les escribí una carta dirigida al señor don José María Escrivá, encabezada por un "Muy señor mío", donde le decía que ya estaba harto de vivir como un fraile, y que con dispensas o sin ellas yo me largaba con viento fresco.

Les debió molestar más que el tono lo de los frailes, porque a los pocos días, el director, que luego también se largó, como hombre inteligente que es, me dijo que esa noche ya no podía dormir en el centro. Ya tenía habitación alquilada, dinero ahorrado que me negué a entregar cuatro meses antes, y muchas ganas de irme. Lo malo es que a los pocos días, el director del colegio donde trabajaba yo como profesor, me comunicó que dada mi titulación académica -periodista- tenía que hacer la licenciatura de Letras o irme. Y me fui.

Y desde entonces, una vez recuperados algunos amigos y hechos otros nuevos, y tras gastarme la indemnización por despido apañado, me largué de la ciudad de Barcelona y me dediqué al periodismo. Bueno, es posible que si lee esto alguien de mi edad, próxima a los sesenta años, le parezca una comunicación ridícula, pero acabo de encontrar la web hace unos días y me encuentro con ganas de hablar del asunto, y me encantaría que se pusiera en contacto conmigo alguien que hubiera estado en Aralar entre 1964 y 1968, o en Barcelona entre 1969 y 1972, o en Zaragoza por fechas similares para recordar circunstancias y personas.

Hasta pronto.
H.A.







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