Yo creo que, en esta anécdota edificante, puede haber una exageración por parte de Escrivá, en sus recuerdos. Pudo haber sido una travesura o gamberrada de jovencitas hacia los seminaristas, sin que ello implicara intento de seducción carnal. En cualquier caso, el seminarista Escrivá no podía, creo, cambiar de camino, porque, en aquellos tiempos, los desplazamientos se hacían en grupo y bajo custodia, sobretodo entre aulas y seminario. Por dicho motivo, creo que pudo tratarse de una provocación, tal vez con tintes anticlericales, pero con pocas posibilidades de cuajar en algo más.
Curial