Pues sí, parece que es hora de dejar el debate teológico que ha ocupado buena parte de las últimas semanas. Me despido con unos pocos pensamientos breves (y por supuesto subjetivos), en relación con algunos puntos que salieron en el mismo:

1.            Existe la fe del carbonero.

2.            Existe también el ateísmo del carbonero.

3.            Para los carboneros están bien la una y el otro.

4.            Para el resto (el comerciante, el ingeniero, el abogado, el camarero) es congruente otro tipo de fe o de ateísmo (fe o ateísmo del comerciante, del ingeniero, del abogado, del camarero…) y en caso contrario su fe o ateísmo chirriarán por dentro o por fuera.

5.            En Laobra no creo que hubiera muchos carboneros, pero pienso que se fomentó indiscriminadamente la fe propia del gremio del carbón y, por rebote, el ateísmo del mismo calibre. Así luce el pelo a unos y otros, si no lograron cultivar e interiorizar otro tipo de fe o de ateísmo.

6.            Jesús de Nazaret no habló sólo para los cultos, sino para que lo entendieran todos, y en especial los sencillos, que eran sus “enchufados”.

7.            Jesús habló en arameo, porque era la lengua que conocían todos los que le escuchaban, cultos y sencillos.

8.            Hoy, el arameo no lo entienden ni los cultos ni los sencillos, así que tendremos que echar mano de algún experto si queremos entender las palabras que pronunció.

9.            Si yo digo a alguien “vete a freír espárragos” y se lo traducen literalmente a un coreano, pensará que estoy recomendando una receta de cocina.

10.          Si Jesús de Nazaret, además de hablar en arameo, pensaba en arameo, y utilizaba los modismos propios de su cultura, seguiremos necesitando algún experto para entender sus palabras más allá de su traducción literal.

11.          Además de sus palabras, que hay que retraducir para comprenderlas en profundidad, está su vida, que necesita poca retraducción.

12.          De todas formas unas cuantas cosas básicas quedan bien claritas en sus palabras y su vida, sin necesidad de expertos: su apuesta por el amor indiscriminado, la honradez y la verdad (en minúscula, porque son para usar en la vida cotidiana).

13.          Ser cristiano es confiar en que ésa es una buena apuesta.

14.          Tengo la sospecha de que Escrivá no era cristiano (lo explicaré otro día).

Osteymoste