Me adhiero sinceramente a la felicitación de Jiménez (07.12.2012) a Gervasio, porque valoro en alto grado el acierto y la agudeza de sus exposiciones, amenizadas con un sentido del humor que hace de su lectura una delicia. Pero discrepo de Jiménez cuando descalifica de coñazo la discusión teológica del último mes. De entrada somos más de tres o cuatro los tertulianos, y me sorprende que se apunte cada vez más gente, como lento goteo, planteando preguntas o haciendo observaciones (Jiménez mismo es uno de ellos). La aportación de Armando (26.11.2012) fue preciosa, de emotivo contenido humano y cristiano: todo lo contrario de coñazo. El diálogo entre Antiguo (05.12.2012) y Ana Azanza (07.12.2012) no tiene desperdicio.
Puede parecer que esta tertulia teológica se aparte del objetivo concreto de esta página web, pero no es así. Nos vinculamos al Opus Dei, entre otras razones y condicionamientos, impulsados por esta serie de cuestiones relativas a la fe, y es natural que, tras la desvinculación, sigan aún arraigadas en nuestro interior, aunque las vivamos de manera distinta a nuestros años del Opus. Es inevitable que así sea, y no pasa nada si esas inquietudes intelectuales/personales salen aquí a relucir; incluso sería extraño que en esta página web nunca se hablara de ello y, en cambio, se discutiera de fútbol.
Otro motivo, más bien secundario, que justifica nuestro debate teológico en esta página web es el que apunté en mi carta a Dionisio reflexionando sobre el “Studium Generale” (19.11.2012). El bajo nivel teológico que manifiestan tener en esta discusión ex-miembros del Opus demuestra el poso negativo que en ellos dejó haber cursado asignaturas internas de filosofía y teología durante varios años de su vida: ¿de qué sirvió el Studium Generale a esas personas? ¿Qué bajo nivel intelectual tenía en aquellas fechas (años 50 a 90 del siglo XX) el Studium Generale del Opus como para haber dado ese resultado? ¿Por qué tenía ese bajo nivel intelectual? Es cierto que estas preguntas no se plantean explícitamente ni se responden en nuestro debate, pero subyacen a él y se leen entre líneas. Responderlas supondría un arduo trabajo de investigación, que debería comenzar por un estudio minucioso de la historia de ese Studium Generale, pasando luego a analizar sus presupuestos ideológicos (tomismo rancio en el marco del integrismo católico; censura y prohibición de libros, incluidos los de Joseph Ratzinger; manuales anteriores a la renovación teológica de mediados del XX) y su pésima pedagogía: asignaturas impartidas deprisa y corriendo, profesores que a veces no estaban bien preparados para determinadas materias, estudiantes nada motivados, bibliotecas deficientes, etc. Comprendo, aunque me disguste, que algunos ex-miembros del Opus aborrezcan la teología y despotriquen de ella.
Ahora bien, todo ha de tener en esta vida su mesura (así se lo aconsejé a Atomito el 26.11.2012: “nada en exceso”); por tanto, si esta tertulia teológica se hace demasiado larga o repetitiva, podría zanjarse, pero no por improcedente, sino, como digo, por cansina. Al fin y al cabo, los tertulianos no somos genios teológicos, nos falta brillantez y alto nivel de profesionalidad (Gervasio y E.B.E. tienen ambas cosas, como también las tuvo en su tiempo Oráculo), y nuestras opiniones no dejan de ser muchas veces “afirmaciones de Perogrullo que a la mano cerrada llamaba puño”. Desde el punto de vista de nuestra humilde poquedad en materia teológica, podría ser razonable que dejáramos de marear la perdiz zanjando la discusión como Jiménez sugiere, aun sin olvidar que este debate teológico está totalmente justificado en esta página web por las dos razones arriba mencionadas, pues resalta lo sincero que es Opuslibros, a diferencia de lo falso que es el “sepulcro blanqueado” del Opus Dei.
Josef Knecht
