Dice Daneel el lunes pasado:

Hay cristianos a lo que les gustaría una religión sin teología, es decir, sin reflexión intelectual.

Sorprendente proposición. Que en realidad son dos proposiciones.

Primera: Teología = reflexión intelectual.

No lo creo. La reflexión intelectual es una cosa muuuuy amplia y variada, que no se dedica a la teología casi nunca (y menos mal)...

Y la teología no sé en qué medida puede ser calificada de "reflexión intelectual", porque si la teología de que se trate está enmarcada y limitada por un cuerpo dogmático y una jerarquía estricta (y ambas cosas son el caso con la católica) la reflexión intelectual de marras se ve de antemano mutilada: enseguida se tropieza con el límite de lo que se debe creer y de la obediencia debida, y sinceramente, esa no es la manera de dedicarse a la reflexión de forma que sea productiva, ni que llegue lejos, ni que sea muy meritoria (salvo en el sentido en el que es meritorio correr los 1000 metros a la pata coja o haciendo una carrera de sacos, o sea, como algo que cuesta artificialmente mucho pero que no va a batir ningún récord ni salvar la vida de nadie).

2. Hay cristianos a los que les gustaría una religión sin teología. Y por lo visto eso es malo o inferior...

Sinceramente, si los cristianos se dedicaran a la reflexión (cuando quieren reflexionar) sobre la física de partículas, la pintura impresionista, la casa energéticamente eficiente, la gripe aviar y ese tipo de cosas, y en lo que respecta a su religión se limitaran a:

- cumplir los mandamientos por un lado

- dar de comer a los hambrientos y refugio a los sin techo, visitar a los presos y enfermos, y demás obras de misericordia por otro

- abstenerse de juzgar mal a los demás

- y rezar el padrenuestro en los intermedios de lo anterior...

... Que son las cosas que taxativamente les dijo Jesús que hicieran, ya que de hacer teología no dijo nada, todo iría cuatrocientas veces mejor: para los mismos cristianos los primeros, y para el resto, no digamos.

Ciertamente, no puedes decir a los seres humanos que se abstengan de ser curiosos y de darle vueltas a las cosas. Es inútil, porque lo van a hacer de todas formas.

Pero hay que darse cuenta de que ser curioso y reflexionar tiene un coste. Y es que, si se hace sinceramente y sin hacerse trampas en el solitario a uno mismo, te llevará a salirte fuera del marco reconfortante de la obediencia y el dogma.

Sí, ser cristiano no requiere ni obediencia ni dogma. Eso es lo que defiendo arriba. Pero ser católico sí lo requiere. De hecho, es lo que más se requiere para serlo. Por eso a la Iglesia nunca le ha gustado que laicos descontrolados anden por ahí leyendo lo que les da la gana y opinando a tutiplén sobre asuntos teológicos. Y con razón. Eso es propio de protestantes (significativo nombre que deja claro qué es lo que está principalmente mal en las iglesias reformadas: que las componían individuos que levantaban la voz y no obedecían).

En resumen, yo veo solo dos formas de ser católico sincero: una es reflexionar sobre otras cosas que no sean teológicas, y en lo religioso, procurar atender a lo esencial sin complicarse la vida.

Otra, autocensurarse a uno mismo y fingir que se reflexiona libremente... pero sin hacerlo del todo y procurando no reflexionar sobre lo conflictivo. Pelín penoso. La primera forma me parece mucho más digna, la verdad.

Aparte de esas dos, está la habitual en estos tiempos: ser "católico a la carta", es decir, católico para lo que a uno le parece bien. La Iglesia más o menos lo tolera, cediendo sin conceder, con ánimo de recuperar, a ver si vuelven los tiempos en que puede imponer más que ahora su autoridad. Eso a mí no me parece que sea ser católico más que nominalmente, aunque puede que sea ser cristiano de alguna clase (pero qué conformista ¿no?)

Un ejemplo: la teología no nos da conocimiento sobre el origen humano, la antropología, la geología, la genética, la crítica de textos sagrados, la psicología, las religiones mediterráneas antiguas o la historia eclesiástica europea. Pero en cambio pretende tradicionalmente tener opinión autorizada sobre esas cosas.

¿Qué hacemos? ¿Fingir que sabemos de ellas porque sabemos la respuesta tradicional de la teología católica? ¿Indagar sobre ellas, con un ojo puesto en la respuesta ortodoxa para no apartarnos demasiado?¿Indagar honestamente por nuestra cuenta en esas materias sin meta preconcebida? ¿Dedicarnos solo a estudiar cosas de las que la teología no se haya ocupado nunca (o no en los últimos cuatro siglos)?

Bueno, las dos últimas posiciones me parecen intelectualmente honestas, las dos primeras no.

Todo esto lo digo con respeto personal a lo que haga cada uno. Bastante tenemos con llevar una vida buena, como buenamente podamos, y estar entretenidos sin hacer daño a nadie, como para amargarnos la vida mutuamente por nuestros hobbies.

Vega