Ser irreverente con los cientificos. Dialogo con Otaluto.- Dionisio
Fecha Friday, 23 November 2012
Tema 100. Aspectos sociológicos


 Querido Otaluto:

 

Gracias por tu aclaración. Hablando se entiende la gente y me encanta la conversación en la que vamos avanzando.

 

Dices tener “una cierta irreverencia con respecto a los científicos y sus teorías”. Esa es la actitud más sensata y razonable que se puede tener con respecto a los científicos y sus teorías. Todos, no solo los de las ciencias experimentales, los de las ciencias humanas también. Las gentes, los científicos son gente también, somos, según parece decir un dicho argentino, “como el pato criollo, a cada paso una cagada”.  Es decir, que puede que seas un gran biólogo, o químico, o exegeta, o geólogo, o lo que sea, pero no estarás nunca exento de la envidia, la mentira, la arrogancia, la codicia, los intereses ocultos y tantas otras miserias que acompañan a los descendientes de Adán y Eva, quien quiera que hayan sido y sea el pecado original lo que sea. Las historia de las ciencias experimentales y las biografías de científicos son la prueba a la que me remito para apoyar mi afirmación...  



Sin perder de vista esto, quiero contar algo. Cuando yo era un jovencito en la universidad y ya concurría a un centro de formación del opus, vino un día un numerario mayor, que era de los que mandaban en la delegación, con un doctorado en una prestigiosa y reconocida universidad internacional, a explicarnos, con mucha amenidad y pasión, algunos secretos de su investigación académica. Este hombre, llamémosle Pancho, decía que el apostolado, los encargos de gobierno y formación y las normas del plan de vida le ponían en clara desventaja con respecto a sus colegas que podían dedicarse a tiempo completo a la investigación, pero eso para él no era problema, porque aplicaba la fe para encontrar atajos que le permitían competir de tu a tu con el top de los investigadores mundiales. Para impresionar más a la muchachada aseguraba que sus colegas de Harvard se lo reconocían con envidia, pues eran unos racionalistas protestantes sin el auxilio de la infalible verdad de la fe católica, los cuales perdían meses y años explorando e investigando hipótesis que él desechaba de un vistazo por estar en patente contradicción con el dogma o la moral. No se qué pensarían los otros chicos, pero yo estaba deslumbrado por aquel portento de inteligencia y fe que permitía estar a la vanguardia de la investigación mundial. Así de ingenuo era. Luego con el tiempo y la experiencia me he venido a dar cuenta que la investigación de Pancho es completamente irrelevante en el mundo científico. No recuerdo si llegó siquiera a publicar un paper, pero vamos, irrelevante sin más. Y desde luego, si esas cosas se las decía realmente a sus colegas de Harvard, las carcajadas se deben estar oyendo todavía en los pasillos de la vieja universidad. Yo sé que esta historia es difícil de creer, pero me apego a la verdad desnuda sin adornos ni exageraciones.

 

Esto confirma las sospechas de Josef sobre la calidad científica de la formación en el lado oscuro. Yo me imagino que esto es una excepción y que la mayoría de los científicos católicos seguramente tienen mucho más sentido común que todo eso. Sin embargo, tampoco creo que estas cosas se las haya sacado Pancho de la manga o le hayan venido como una revelación directa. Esa chocante actitud se intuye en el trasfondo y en el espíritu de muchos documentos oficiales de la iglesia relativos a las ciencias, filosofía y teología incluidas. No olvidemos que son estos documentos los que nos dicen que es ser católico, según los que manejan el cotarro. Todos los demás somos los pardillos de siempre, o las ovejas que siguen al pastor o son entregadas al lobo feroz.

 

Lo más valioso de las ciencias, especialmente de las ciencias experimentales, es que suceda lo que suceda, al final la verdad se va abriendo paso, aunque sea tortuosamente, porque estas ciencias no tienen otra opción que referirse a hechos observables, medibles, repetibles. Con hechos en la mano los científicos se dan luego tortazos unos a otros con ganas, y a veces juegan sucio, pero al final los hechos son persistentes y testarudos y no respetan la autoridad de nadie. Da igual que te llames Newton, Heisenberg, Darwin o Ramón y Cajal, si no haces caso a los hechos, si te engañas a ti mismo y pretendes engañar a los hechos, ellos, los datos, tarde o temprano te revolcarán, se reirán de ti y te olvidarán. Hoy día puede estar de moda una cosa y mañana esa moda es arrojada a las patas de los caballos. Esto los científicos serios lo saben de sobra. En muchas ocasiones, los ridículos más importantes han venido porque intereses extracientificos han tratado de imponerse, pero más pronto que tarde los hechos, testarudos e indómitos, surgen y resurgen para dinamitar las “verdades” que interesaron en un determinado momento. Por eso es que las ciencias ha ganado una respetabilidad universal que para si quisieran las ciencias humanas, que son por supuesto, necesarias, importantes, respetables y difíciles.

 

Al final de tu valiosa aportación dices algo que interpreto como una critica a la ciencia económica. Tienes de nuevo toda la razón, y precisamente por lo que acabo de decir. Los economistas suelen estar movidos por intereses extracientificos, políticos muchas veces, que les llevan a ignorar los hechos que no les gustan, a resaltar los que les gustan y a manipular los datos para llegar a conclusiones que ya estaban decididas de antemano, que no son verdaderas y cuando se aplican ocasionan desastres. No me resisto a contarte un chiste sobre economistas.

 

Iban dos amigos en un globo y les agarra una tormenta que les arrastra a ciegas por todas partes. Finalmente cuando cesa la tormenta no saben donde están (eran tiempos sin GPS) por lo cual deciden descender para tratar de orientarse. Cerca de la superficie ven a un hombre y desde el globo le gritan. “Oiga amigo, díganos donde estamos”. A lo cual este les responde: “En un globo”. Entonces uno de los del globo le dice al otro: “Este es un economista”. “¿Y cómo puedes saberlo?” “Muy sencillo, nos ha dicho algo que ya sabíamos, que no nos sirve de nada y lo ha dicho con arrogancia”.

 

Con lo cual, no juntes a los economistas con el resto de los científicos, porque esos tienen que comer aparte. Con perdón de los economistas que nos leen que no han de ser pocos.

 

Un abrazo muy grande para todos y feliz fin de semana.

Dionisio el Areopagita.







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