Querida Agustina y queridos colaboradores y lectores:

Desde aquí queremos mostrar nuestro agradecimiento a los alentadores consejos que hemos recibido en esta web. Bien sabemos que todos l@s numerari@s habéis pasado por situaciones similares a las que pasa nuestr@ hij@. Nuestra pasada intervención bajo el titulo: “La Obra y el dinero” pretendía diversos objetivos: alertar a nuevos padres ante la disyuntiva que se les va a desplegar si sus hij@s siguen en los caminos de esta organización viciada y ávida de dinero; avisarles de que el opus tiene a menudo la habilidad de hacer sentir mal las conciencias de quien decide dejar de engrosar las arcas de la cosa.

Sí, uno se siente mal porque cree que está perjudicando a su hijo. Así nos lo hacen creer. Pero no es así. Cada céntimo va a parar a los bolsillos de un mal llamado apostolado que es en realidad el apostolado del dinero y del enriquecimiento. Por el bien de la obra, todo; mientras el individuo es sacrificado y humillado en una pobreza extrema que a menudo le lleva a desatender a su propia salud.

Habría que hacerles memoria del quinto mandamiento. Habría que decirles que no respetan la vida privada y familiar, que inducen a la tortura física bajo el engaño de la mortificación, que practican tratos inhumanos y degradantes, que no garantizan la libertad de pensamiento ni de conciencia, porque la bloquean, que “quasi” secuestran y/o detienen al individuo de forma arbitraria e ilegal, que discriminan el libre disfrute de los derechos y libertades reconocidas por los Convenios Europeo de Derechos Humanos. ¿Alguno de los que escribís o leéis en esta página no ha sufrido estas prácticas?

“La Obra y el dinero” pretende denunciar públicamente una actuación humana alejada de todo valor cristiano. Pretende demostrar como la relación personal en el plano humano depende de la cantidad de dinero que se suministre y, en función de esa cantidad, al adepto se le permiten unas u otras prerrogativas para con su familia: llamadas, viajes, estancias en casa, etc. Pretende dar a conocer el trágico desapego a que inducen a los miembros, que llega a ignorar a sus familiares aún los necesitados del amor de ellos y de su presencia, que los separa de toda demostración de afecto y cariño incluso hacia seres indefensos como los niños o a los padres enfermos.Y pretende, porqué no, ser una pequeña vía de escape para con nuestra sensación de impotencia.

Agradecemos a Carmen Charo, a Comentafotos y a Janabenito sus consejos y su apoyo. Dios oiga sus ruegos y nos lo devuelva. Toda idea y sugerencia es bienvenida.

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