Querido Gervasio,
A mi tampoco me gusta la administración aunque pasé media vida en ella, creo que fue otro invento “decimonónico” de “marqués” inspirado en las casas, palacetes, palacios de sus amigas marquesas duquesas, condesas o lo que pudo pillar, porque no creo que llegara a ver la serie televisiva “Arriba y abajo” (señores y criados). Pero te aseguro que trabajar trabajábamos, aunque además de trabajar se fomentaba el cuento de Blancanieves limpiando y cocinando para los siete enanitos, y he visto mucha deformación fomentada por el “consabido espíritu”, que hacía jugar a las “casitas”: éramos madres, hermanas… o novias que, con “amor”, lo mismo doblábamos calzoncillos que se cocinaba una paella para el amado e inexistente hijo, hermano, novio.
Dices “no son los destinatarios del servicio los que eligen los menús. Les vienen dados. En las familias no basadas en un vínculo sobrenatural, no hay ninguna Manolita que decida qué se come o se deja de comer. Los menús los eligen los comensales”.
Evidentemente no hay Manolitas, pero si Pepitas, Juanitas, Marujitas y etc. etc... Y no, no decide cada uno lo que quiere comer, se pone lo que se ha hecho y a correr, ni antes ni ahora el presupuesto de una casa normal puede permitirse eso, la diferencia está en que la Juanita, Pepita o ex Manolitas, si quieren a los suyos y en la nevera o en la despensa suele tener aquellos “caprichos” que sabe les gustan a la hora de picotear, o merendar o desayunar, y ya que la vida normal le impone a cada uno un horario, cada uno se prepara su desayuno. Pobres de nosotras ex Manolitas si cada uno eligiera lo que quiera comer, aunque se procura una buena alimentación.
Preguntas: ¿Las numerarias de un mismo hogar pueden acceder libremente a su Manolita”.
Hace unos días viajé con mi marido, a él le gusta tener fruta a mano y bajé a una frutería cerca del hotel, me encontré con una numeraria muy mayor con más de medio siglo dentro de la casa, (y digo casa que no hogar) de una Manolita, entró a comprarse un kiwi, me contó que estaba enferma y los medicamentos la estreñían y que como no había forma de entenderse con la “dire” ni con la Manolita, cada día bajaba y se compraba uno. Ni que decir tiene que yo, que soy sensible a esos problemas le regalé una enorme bolsa de kiwis. Hace un par días me llamó y me dijo lo bien que le estaban sentando, de lo que deduje que ya no registran armarios al menos a las tan mayores.
De lo que si estoy segura es de que si algún tesoro tuvo el opus fueron la numerarias auxiliares, pero como es su “espíritu”, tampoco a ellas las supieron cuidar. Repetiré esa frase que tanto me gusta y se adapta a casi todos nosotros: “Dios que buen vasallo si hubiera o hubiese habido buen señor”
Pepgrass, ya te lo han dicho todo, la decisión solo debe ser tuya, si decides salir, te vas a colocar así, de repente, en el autentico campo de batalla que es la vida real, y llevando a cuestas todas las lacras que almacenamos los años que hemos estado dentro, que poco o nada tienen que ver con la normalidad y la realidad de una persona corriente, pero te aseguro que pasada la primera racha se agudizan los sentidos y se despierta el alma, si decides salir, una vez fuera no te precipites, no busques soluciones rápidas, ni en el terreno profesional ni en el afectivo. No se si podría servirte de ayuda, pero si lo necesitas Agustina te facilitará mi correo.
A esos padres les diría ya lo dije anteriormente: todos los numerarios hemos pasado por la situación de vuestro hijo, y estoy segura de que es tan contra natura lo que nos piden para con nuestras familias, que sin saberlo ellos, con estas actitudes ponen la primera piedra en el camino de la salida, en ese momento, si llega, quererlo mucho.
Un abrazo muy fuerte para todos.
Julia
