Mi opinión sobre la Fe en Jesucristo.- Poncio
Fecha Friday, 02 November 2012
Tema 090. Espiritualidad y ascética


Hola. amigos.

He leido el correo de Atomito. Y la exposición de su visión del Evangelio me resulta interesante: es una radiografía de alguien que no cree en Jesús como Hijo de Dios. Resulta interesante, pues es un reto para nosotros los creyentes. Se me vino a la mente el reto de presentar hoy la figura de Jesucristo con eficacia, especialmente en este Año de la Fe. Voy a intentar decir algo para Atomito y otros que, como él, piensan de forma semejante...



1. ¿Se cree primero en Jesucristo y luego en los Evangelios, o al revés?
2. ¿Se cree primero en Jesucristo y luego en la Iglesia, o al revés?

EL ACCESO La fe se introduce en nosotros por el oído (Rom 10, 17). Al repensar el camino de acceso a Dios, todo tiene sentido si consideramos la predicación como ese punto inicial donde se unen la gracia de Dios y la acción humana. 1 Cor 2, 1-5 recoge esa unión, en cuanto que la predicación de Pablo no era una gran teoría, pero sí gozaba de la presencia y del poder del Espíritu.

PRIMER OBSTÁCULO Leí una obra de Anthony de Melo que contaba la historia de un viaje a Bombay para ilustrar cómo leemos la Palabra. Sería ridículo decir que hemos conocido Bombay si nos detuviéramos ante el rótulo de "Bienvenidos a Bombay" que se encuentra en la carretera. Y regresar al lugar de origen pensando haber ya conocido Bombay. El mucho estudio a veces hace daño. Conocer un libro no es conocer a Dios. Es conocer un rótulo.

EL ENCUENTRO Es un misterio. Pero cuando sucede no hay lugar a dudas. La espiritualidad cristiana es espiritualidad de encuentro. Y la iniciativa es de Dios. Nosotros llegamos después. Quien ha iniciado el camino cristiano con sólo la experiencia de un catecismo enfrente... qué le vamos a hacer.

SEGUNDO OBSTÁCULO. A veces, las instituciones de la Iglesia deslumbran y parecen prometer prestigio, poder y protagonismo. El deseo de esto sustituye el deseo de conocer y amar a Dios. Y el gran descalabro viene cuando no se logran las metas humanas de una vocación mal enfocada. Porque buscar a Dios con todo el corazón, aunque todavía no se encuentre, nunca produce frustración. El hambre de Dios siempre es colmada y poco a poco.

LA IGLESIA Es humana y es divina. Dios se da a conocer a través de la predicación en la Iglesia. Y no me refiero a la institución. Sino a a quellos santos anónimos que predican con sencillez y sin deseos de proselitismo. Conozco a algunos que son así, cuyo trato es amable, sincero y generoso. Y da gusto compartir con ellos, porque no te buscan para pescarte, sino para compartir, comer o beber algo, hacer oración juntos, jugar a las cartas en una tarde lluviosa, y una confidencia tras otra, en un ambiente de fraternidad. Y, cuando estás enfermo, te llaman o te asisten. Y, cuando no te ven por un tiempo, te llaman y te preguntan cómo estás, sin ulteriores intereses. En cambio, en la Iglesia institución existen una serie de intereses humanos que generan actitudes no tan humanas. Pero, para navegar en este mar, hay que conocer estas olas y tomar el timón con fuerza para no sucumbir, fija la mirada en Dios.

TERCER OBSTÁCULO Ingenuidad. Querer ver una institución formada por santos, sin defecto. La salvación es eso. Salvación de lo malo que hay en nosotros. Algo malo debe haber. Y Cristo es el único que salva. El santo (el que realmente lo es) es un salvado. Pero no es un perfecto. Es un bueno que tiene algo malo. Y en la Iglesia hay muchos. El grado de santidad se mide por el grado de conversión, pero de vez en cuando se le sale la cola de diablo al santo. Ayuda mucho considerar que esta Iglesia es como un hospital donde todos somos médicos y enfermos crónicos. No nos curamos del todo. Y, cuando nos paramos ante la sala de enfermos, la enfermedad es el problema, no el enfermo. Y, una vez hayamos tomado aliento, manos a la obra. Ayudar, ayudar, ayudar. Lo más que se pueda, mientras se pueda. Que el paso por esta vida es breve.

LOS EVANGELIOS Una historia. Se murió el tio millonario de Juan dejándole cien mil millones en herencia. Como Juan era debil de salud, una noticia así le daría un infarto. Así que llamaron al cura del puebo para que le diera la noticia con prudencia. Don Luis, sabio y prudente, se fue por las ramas y luego añadió como si nada. ¿Qué haría usted, Juan, si recibiera la herencia de su tío algún día? Pues, le daría la mitad a usted, dijo Juan. Y Don Luis se infartó al instante. El Evangelio es anuncio gozoso de salvación. Hay promesas muy bonitas. Y, en el fondo de todo, la herencia eterna: la comunión con Dios. Después de haber comprendido de corazón la riqueza insondable de Cristo, viene la exégesis y la hermeneutica... si hay tiempo y ganas. Que después de haber comido a saciedad, nadie se interesa tanto por la carta.

Poncio







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