Hace varios años, con motivo de mi matrimonio, mi futura esposa y yo tuvimos  que presentarnos con dos testigos en el Palacio Arzobispal de la diócesis. Nos atendió a los cuatro por separado uno de los Vicarios Episcopales formulándonos una serie de cuestiones para dar el visto bueno al sacramento, que se celebraría felizmente cuatro semanas más tarde.

Una de las preguntas indagaba en si yo mantenía algún tipo de vínculo con instituciones religiosas o había sido o era sacerdote. En parte por agotar toda la verdad –aunque hacía más de 25 años que había dejado la Obra- y en parte por la genuina curiosidad que me suscitaba la reacción que pudiera tener aquel Vicario Episcopal le dije que había pertenecido al Opus Dei como numerario entre tal y tal fecha. Mi expectación no quedó defraudada. Sin  esperar ni medio segundo, ya que prácticamente me cortó, el prelado contestó: “Bueno, eso es una prelatura que se han montado para ellos”. Traducido: lo que haga el Opus Dei con sus laicos carece de cualquier valor jurídico para la Iglesia.

Reconozco que este hecho me ha hecho reflexionar bastante. Si para la institución Madre –la Iglesia- no existe vínculo jurídico de los laicos, ¿puede la institución inferior –la Obra- hacer vivir a sus miembros como si ese vínculo existiera? Deduzco por las palabras de aquel Vicario Episcopal que cualquier laico del Opus Dei, desde el último agregado hasta el cargo más importante de Roma (laico, insisto), si se largara de la Obra sin despedirse (sin pedir dispensas ni demás zarandajas) podría contraer matrimonio canónico al día siguiente sin que ningún párroco u Obispo le pusiera objeción ni le pidiera explicación alguna, pues de cara a la Iglesia no sería más que un soltero que va con su novia a casarse. Saludos,

Jímenez