Te comprendo y te ofrezco mi amistad.- Poncio
Fecha Wednesday, 31 October 2012
Tema 020. Irse de la Obra


Un saludo de amistad. Aunque no te conozco,Pepgrass, te comprendo y te ofrezco mi amistad. Al menos, por esta vía. Dices en tu correo que llevas mucho tiempo en la Obra. La experiencia de algunos y, quizá muchos, ha sido dolorosa al dejar el Opus. Piénsatelo bien. Pero, como quien atraviesa un arroyo, mira en qué piedra pones los pies. Busca primero ayuda. Apóyate especialmente en aquellos que han pasado por tu misma situación, para que te orienten. Siempre es posible salir adelante con la ayuda de Dios.

Acerca de las dudas que mencionas, me imagino que son sobre tu vocación al Opus. Sea que te quedes o te vayas, quizá puedas ser más radical en el enfoque de tu vida y dar el paso decisivo de aferrarte al Señor. La disciplina de la Obra genera un hábito y crea unos criterios que parecería no existen otras formas de vida cristiana en medio del mundo. Y sí las hay. Lo más fundamental en la vida cristiana ya lo dijo el Señor: sencillez. "Te doy gracias, Señor del cielo y tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien!". La sencillez es el camino para el trato personal con el Señor, quien se revela y se da por entero a cada uno de nosotros. La vida cristiana es relación personal con Él. Lo demás es pura disciplina. Y, cuando se sustituye aquella por esta otra, la persona se va desgastando poco a poco hasta arruinarse. Porque la disciplina ni llena ni restaura las fuerzas de la entrega. Sólo hay desgaste sin una relación que llene, repare y motive. Para experimentar la plenitud de vida hay que cultivar la espiritualidad del encuentro con Dios. Y desmontar algunos criterios que, en cierto contexto valen, pero en otros no. El orden por ejemplo. Cierto que es virtud. Pero, si Dios nos ama así como somos, qué importa un poco de desorden o mucho. La oración es elevar la mente a Dios y eso cae bien a cualquier hora. Y, sin ser caprichosos ni egoístas, buscar al Señor con libertad. Que para eso nos ha liberado Cristo. Somos hijos y amigos suyos, no máquinas perfectamente cronometradas.

Poncio









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