Rigorismo y perfeccionismo.- Ottokar
Fecha Friday, 26 October 2012
Tema 090. Espiritualidad y ascética


Enhorabuena, Pacopepe, porque con tu escrito te has convertido en la voz de miles de supernumerarios para quienes las normas se han convertido en un agobio y una asfixia en lugar de ser un medio para mejorar su relación con Dios y con los demás.

Dices en tu escrito: "soy demasiado escrupuloso, perfeccionista y es algo que me mata".

O sea que, además, han conseguido que pienses que la culpa la tienes tú.

¡Pues, NO! El causante del problema no eres tú. Puede que si en lugar de ser una persona responsable y según tú, demasiado perfeccionista, fueras un irresponsable, abandonado y "pasota", sufrirías mucho menos. Pero la culpa no es de tu forma de ser. La causa de tu agobio y de tu asfixia es de una ascética rigorista que te ha sido inculcada por el Opus Dei, y que constituye la esencia de la espiritualidad del Opus Dei. Ese perfeccionismo es intrínseco al Opus Dei y es lo que intenta hacer vivir a sus miembros.

En Opuslibros está publicado un extracto del libro "Portarse bien con uno mismo", del monje benedictino Anselm Grün. Te recomiendo que lo leas. A continuación te transcribo un párrafo del mismo, por si te hace reconocerte un poco a ti mismo:

"El perfeccionista se ha construido un sistema de presión que se manifiesta en exigencia de renuncia muy concretas y en un gran número de oraciones y de ritos. Los perfeccionistas "se imponen la observancia de una serie de oraciones y de buenas obras tan rígida como pedante, cuyo cumplimiento es el objetivo de su vida. Este ritual somete al hombre, no lo libera , sino que cada día le infunde más terror, acrecienta poco a poco el número de ritos o al menos exige un cumplimiento cada vez más intenso" (Ibíd., 225). Si el sistema coercitivo consta de exigencias cada vez más altas, termina con frecuencia en un diletantismo ascético. Cuando no se tiene en cuenta la estructura del alma humana, algo termina por forzarse. Cuando se desconoce la vida instintiva y las necesidades del cuerpo, sólo se piensa en la mortificación. La consecuencia es que los instintos reprimidos retornan y constantemente piden la palabra o como tentación o como sistema neurótico. "Con una hábil acrobacia de la voluntad las tentaciones serán rechazadas, las necesidades del alma ignoradas, los impulsos del sentimiento sometidos" (Ibíd., 227). La consecuencia de todo esto es un hombre sin sangre, sin alma y sin espíritu. Lo que queda es un alma náufraga. La ascesis se convierte en mortificación, en autodestrucción"

Un abrazo,

Ottokar









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