PacoPepe, te entiendo perfectamente y tras pasar por algo parecido, he llegado a las siguientes conclusiones:

Los 10 mandamientos se resumen en “amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo” por tanto…

Lo único que importa es nuestra UNION CON DIOS que se materializa en el cariño a los demás (tu familia, tu hijo, tu padre…) y en cuidarnos a nosotros mismos (evita caer enfermo psíquicamente). De aquí surgen la alegría y la paz, compatibles con todas las desgracias que nos ocurran.

En el orden de la caridad, efectivamente la familia es lo 1º: tienes que cuidarla y el trabajo es un medio imprescindible para que puedan comer. Tú también te tienes que cuidar.

La normas y los medios de formación, no son un fin en sí mismos sino herramientas para tratar y conocer a Dios, un modo de “calentar motores”, pero El los puede calentar de muchas maneras y a veces lo hace directamente sin mediación nuestra, a través del Espíritu Santo. En general suelen ser una buena ayuda, pero a veces pueden convertirse en un obstáculo (creo que ahora es tu caso: no te acercan a El sino que te agobian y hacen enfermar)

En la Obra los medios se convierten en fines, lo que provoca desasosiego, agotamiento y caos mental. Incluso la Obra y la vocación son un medio para nuestra santidad y puede ocurrir que en algún momento sean un obstáculo para ello. Uno puede marcharse y no pasa nada: como tú dices, se puede ser “un cristiano, católico, apostólico y romano”.

Tienes miedo de que al dejarlo todo te distancies de Dios. Por si te sirve te contaré mi experiencia:

Yo también soy perfeccionista y voluntarista: Estuve 25 años en la Obra intentando hacerlo todo al 100% . Por la incoherencia que veía entre lo que se decía y lo que se hacía y otros motivos, me fui rompiendo a lo largo de este tiempo y al final me quedé como un trapo, incapaz de hacer nada.

Llevaba ya varios años sin poder leer ninguna publicación interna, ni escuchar “las cosas de Casa”. No hacía ninguna norma, ni nada de nada.

En la dirección espiritual me dieron el OK, aconsejándome que dejara de hacer todo lo que me producía desazón y agobio, ya que eso no lo puede querer Dios.

Así estuve unos años dentro y así sigo fuera después de 12 años. Tantas normas y obligaciones me produjeron empacho y ahora solo puedo ir a Misa los domingos.

Y lo más importante, Dios no me ha abandonado en todo este tiempo. Mi trato con El es mucho más fácil y cercano, en la línea del abandono: ya no tengo que hacer nada porque El lo hace todo.

…. Así que, tranquilo, bastante tienes con preocuparte de tu familia y “sus garbanzos”, todo lo demás se te dará por añadidura. Como diría S. Agustín "Ama y haz lo que quieras".

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