Mi experiencia como administradora de una casa de retiros.- Mediterráneo
Fecha Wednesday, 24 October 2012
Tema 010. Testimonios


Hola, Gervasio.

Aun después de tantos años me he sentido aludida cuando he leído tu artículo acerca de la “Manolita” que preparaba menús ortopédicos y os tenía a régimen de dos huevos duros bailando en el plato en régimen de soledad.

No sé qué clase de administración te tocó sufrir, pero me ha sorprendido tu experiencia porque, si alguien había en esa peña a quien se trataba a cuerpo de rey, eran los numerarios y los curas. Cuando digo “cuerpo de rey” quiero decir que en la casa de retiros que administré, los numerarios (y ya no digamos los curas) iban tratados de una manera que ya quisiera para sí el inquilino de La Zarzuela, el del elefante, pobre bisho. No nos importaba hacernos miguitas para que “los ellos” estuvieran cómodos, descansaran, se lo pasaran bien, etc. Con los curas, ídem de ídem.

Nosotras mismas diseñábamos los menús intentando que fueran equilibrados y saludables, teníamos en cuenta los regímenes, las fiestas, los días de abstinencia, los ayunos… ahí pasaba todo por la criba, pero me gusta pensar que comían bien, estaban bien alimentados y les gustaba lo que sacábamos. No recuerdo quejas de la residencia cuando venía la sección de varones.

Y puestos a ser sinceros, no ocurría lo mismo con las numerarias, para nada ocurría lo mismo. De hecho, antes de que empezara el curso anual, ya hacíamos rogativas para que se largaran todas por donde hubieran venido. Siempre caía alguna administradora que trabajaba con auxiliares y pensaba que aquella casa de retiros en lo alto del monte, donde el único abastecimiento a mano era el agua del arroyo y los piñones de las piñas, debía funcionar como Villa Sacchetti y Villa delle Rose juntas; si encima coincidían fiestas A, era para cortarse las venas directamente. Los veinte y pico días del curso anual se hacían más largos que una condena a galeras y habíamos llegado a brindar con zumo de naranja en el desayuno del último día porque ya se iban, gracias a Dios.

Alguna vez coincidía que después del curso anual de numerarias, llegaba una convivencia de 20 sacerdotes: cómo sería eso que preferíamos la trabajera de la galería de altares con 20 misas diarias, a esa colección de mujeres dando por saco durante casi un mes. Y es curioso porque la sección de varones conllevaba muchísimo más trabajo físico: planchero, varias misas diarias porque solían coincidir varios sacerdotes, ropa de deporte a lavar dos y tres veces por semana, hacer las camas... pues era mucho más llevadero que un curso anual de la sección femenina.

Extrapolando la situación, me parece que las cosas que se viven en la sección femenina son bastante impensables en la de varones, en todos los campos: no poder tumbarse en la piscina, dormir en tabla, duchas de alcachofa y no de teléfono, horario estricto de llegar a casa… ¿será que las hijas de Eva son pecadoras ab nativitate y los hijos de Adán no?

Mediterráneo









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